sábado, 25 de noviembre de 2017

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS Interesante reflexión sobre un clásico

Título original: Murder on the Orient Express
USA-Malta 2017 116 min.
Dirección Kenneth Branagh Guión Michael Green, según la novela de Agatha Christie Fotografía Haris Zambarloukos Música Patrick Doyle Intérpretes Kenneth Branagh, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Michele Pfeiffer, Daisy Ridley, Josh Gad, Derek Jacobi, Leslie Odom jr., Lucy Boynton, Sergei Polunin, Tom Bateman, Olivia Colman, Miranda Raison, Chico Kenzari, Manuel García-Rulfo Estreno en Reino Unido 3 noviembre 2017; en España 24 noviembre 2017


Nunca una novela tan corta había dado tanto de sí. Pero precisamente por eso cabía la posibilidad de definir más, dedicar más tiempo a cada personaje, la mayoría de los cuales quedan tan esbozados que apenas sirven de comparsa en una función en la que deberían destacar más, al fin y al cabo sobre todas y todos recaen las sospechas de un mismo asesinato. De todos modos éste es un problema en el que, aún en menor medida, también caía el film que Sidney Lumet dirigió con rotundo éxito en 1974, lo que todavía hubiera dado más razón de ser a esta nueva adaptación de Kenneth Branagh. Hay que agradecerle sin embargo que se haya resistido a su habitual megalomanía, que sólo asoma de vez en cuando y con mucha justificación. De hecho es su majestuosidad e incluso solemnidad lo que otorgan credenciales a este nuevo y suntuoso film al que el director de Hamlet y Thor, por citar dos extremos de su amplio registro, ha añadido un par de secuencias de acción, seguramente innecesarias, un poco ridículas y no demasiado espectaculares, y una recreación virtual precisa de ciudades y paisajes. Pero sobre todo lo mejor es que no traiciona el original, mantiene el ritmo y la intriga, aún siendo tan conocida por la mayoría de espectadores, y logra una imagen nueva y aceptable del inspector Poirot. El resto del elenco, salvando esa indefinición que afecta a muchos de sus integrantes, cumple a la perfección, mención especial para Michelle Pfeiffer y una contenida Penélope Cruz, que retoma el papel que le diera su tercer Oscar a Ingrid Bergman, recuperando la nacionalidad original del personaje en la novela de referencia. Vestuario y ambientación son espléndidos, mejorando aquella versión de Lumet, realizada en un tiempo en el que todo era setentero, daba igual la época que se representara. Incluso la música de Patrick Doyle cumple espléndidamente su cometido, alejándose de su difícil precedente, la famosa partitura de Richard Rodney Bennett, cuya obertura y vals son tan difíciles de reemplazar. Pero sobre todo lo que más actualidad da al film, e incluso parece mejor trabajado y con más intención que en el film de Lumet, es su reflexión sobre la flexibilidad de la ley y cómo en determinadas circunstancias debería primar el sentido común y la moral por encima de lo escrito y estipulado. Es algo que nos atañe muy especialmente en un momento tan delicado en el que en nuestro país se respetan algunos preceptos constitucionales y penales con más celo que otros, según el interés que suscite para nuestros incompetentes gobernantes.

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