Una producción como ésta, arropada por un elenco vocal extraordinario y unas prestaciones musicales de primer orden, es lo que el coliseo necesita para consolidar su estatus de primer rango en la comunidad, y su buena posición en el panorama nacional, además de avanzar en su ascenso, aspirando a programar más títulos y mayor cantidad de funciones en futuras temporadas. No cabe duda de que hay mucho color, una potente luz y una muy adecuada atmósfera de fábula en este diseño del aclamado Laurent Pelly, ayudado por una escenografía y un vestuario que sin ser sorprendentes, aportan una estimulante sensación de amabilidad a un conjunto que ya está bendecido con una partitura mucho más amena e inspirada de lo que en principio cabe esperar. Se nos escapa el motivo del cambio de ambientación de las guerras napoleónicas a la Gran Guerra, pero no molesta. Los detalles en la dramaturgia incorporados en cada ciudad donde recala la producción, con textos sueltos en castellano y alusiones a la manzanilla o a las sevillanas de Lorca, potencian el parecido de este título con la futura opereta e incluso con el musical o la zarzuela, géneros a los que tampoco es ajeno ese desenfado general que transmite el conjunto.
Evidentemente la dirección escénica contribuye a este éxito, con movimientos ágiles y enérgicos que diluyen cualquier posibilidad de espectáculo rancio o caduco. Y sin embargo qué desatino supone, justo después del Día contra la Violencia de Género, ver cómo Pelly ha decidido, al margen incluso del propio libreto, que Marie parezca más la criada que la hija del regimiento. Durante todo el primer acto la joven plancha, con un modelo por cierto que parece recién comprado aprovechando las ofertas del Black Friday, pela patatas y tiende la colada, y aún así siente nostalgia de sus padres adoptivos cuando en el segundo acto la Marquesa la educa entre oropeles. Mala imagen que un espectáculo cultural, y por extensión educativo, debería evitar a toda costa, sobre todo cuando ni siquiera es necesario. Y no vale la excusa de la comicidad, porque no la hay cuando de abusos se trata. Más nos hubiera gustado ver cómo el regimiento mima a su niña, en lugar de someterla a trabajos tradicionalmente mal asociados al género.
Consciente de que estas consideraciones me valdrán la burla de muchos sectores que miran a la producción de Pelly como si de un intocable se tratara, hay que reconocer todo lo antes dicho respecto a la agilidad, el color y la sencillez de la propuesta, con aciertos como la caracterización grotesca de una aristocracia afectada y rancia, en vías de extinción.
Pero sobre todo hay que alabar el trabajo musical de sus intérpretes, tanto en lo vocal como en lo instrumental. En este sentido sí que tuvimos un espectáculo de primerísima categoría, con Pretty Yende a la cabeza, que aunque familiarizada con el universo belcantista de Donizetti en títulos como Lucia di Lammermoor o El elixir de amor, ha hecho su debut aquí en este difícil rol sobre cuyas espaldas recae el éxito o no de la función. La joven soprano sudafricana tiene un talento natural para modular la voz con virtuosismo y extraordinaria naturalidad, fraseo limpio y estimulante, y un impresionante brillo en una voz de timbre hermoso, sedoso y aseado. Por si fuera poco es una excelente actriz, con envidiable vis cómica como evidenció en la histriónica lección de canto, y un saludable desparpajo capaz de atraer en todo momento la atención del público.
Yende supo transmitir toda la energía inherente al aria Au bruit de la guerre, así como la desesperanza melancólica en la despedida final del primer acto, y sobresalir después en el segundo con el sentido y delicado monólogo C’en est donc fait, rematado con un enérgico Salut à la France, logrando la rendición incondicional del público y haciendo suyo un papel ya definitivamente incorporado a su catálogo.
No hubo mucha química con el tenor norteamericano John Osborn, pero juntos consiguieron brillar en dúos como Quoi, Vous m’ameiz. Él, por su parte, posee una voz bien entonada, lírica, de fraseo ágil y potencia suficiente, capaz así de enfrentarse a los difíciles retos que le propone la partitura, incluido esa complicada sucesión de sobreagudos en Pour mon âme, que salvó con aparente facilidad, como naturalmente cabe esperar de quien se atreve con el papel. Desde su Pour une femme de mon nom, la mezzo Marina Pinchuk demostró también estar en perfecta forma para abordar su Marquesa de Berkenfield con perfecto dominio de la respiración y la entonación, acompañada también de una adecuada vis cómica. Carlos Daza, Alberto Arrabal y David Lagares, las apuestas españolas del elenco, brillaron igualmente en sus cometidos, con especial mención para el joven onubense, cada vez más afianzada su carrera de bajo con voz contundente y buenas aptitudes interpretativas. Muy divertida también Vicky Peña, que aunque su Duquesa de Crackentorp no tiene que cantar, está muy familiarizada con el musical, sobre todo el de Stephen Sondheim que tanto gusta en Barcelona. En cuanto a la dirección de Santiago Serrate, desde hace mucho emancipado de este teatro en el que tantas veces ejerció como asistente de Halffter, defendió la partitura con abundante jovialidad, acertando en el tono a veces marcial, otras lírico e incluso pastoral de la música, enriqueciendo las aportaciones del elenco vocal y potenciando las aptitudes de la orquesta, en la que solistas y metales brillaron con gran intensidad. Y no podemos olvidar el excelente trabajo del coro, fundamentalmente las voces masculinas, que además se tuvieron que empeñar a fondo en movimientos escénicos y coreografías perfectamente coordinadas. Si sólo se hubieran obviado las tareas domésticas de la ingenua Marie, estaríamos hablando de un espectáculo redondo.
Sólo una aclaración: además de las muchas veces que se representó esta ópera en Sevilla en el siglo XIX (eso sí, enm italiano), se ha representado recientemente en francés en el Teatro Cervantes de Málaga y en el Villamarta de Jerez.
ResponderEliminarSólo una aclaración: además de las muchas veces que se representó esta ópera en Sevilla en el siglo XIX (eso sí, en italiano), se ha representado recientemente en francés en el Teatro Cervantes de Málaga y en el Villamarta de Jerez.
ResponderEliminarBienvenidas tus aportaciones y perdón por el error
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHe suprimido el dato erróneo, que ésta era la primera vez que se representaba este título en Sevilla y en Andalucía, para evitar que futuros lectores reciban una mala información. Gracias de nuevo por la aclaración y perdón por los inconvenientes
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