USA 2017 116 min.
Dirección Steven Spielberg Guión Liz Hannah y Josh Singer Fotografía Janusz Kaminski Música John Williams Intérpretes Meryl Streep, Tom Hanks, Sarah Paulson, Bob Odenkirk, Tracy Letts, Bradley Whitford, Bruce Greenwood, Matthew Rhys, Michael Stuhlbarg, Alison Brie, Carrie Coon, Jesse Plemons, David Cross, Zach Woods Estreno en Estados Unidos 12 enero 2018; en España 19 enero 2018
La última de Spielberg es sencillamente lo que se espera ver en una pantalla cuando se va al cine, un gran film, clásico y contundente, resultado de la combinación de los talentos e inmejorables ingredientes destinados a generar interés y emoción desde el primer segundo hasta su catárquico final. Hanks es un periodista idealista, intrépido y valiente; Spielberg controla todos los recursos cinematográficos como si la historia del cine la hubiera escrito directamente él; Williams sabe perfectamente cuándo y por qué encaja la música y cómo debe actuar para potenciar las ya de por sí poderosas imágenes y diálogos a los que acompaña; Kaminski contribuye sobremanera con su sobria y calculada fotografía a que la puesta en escena sea tan convincente con su época y ambiente como ya lo era la de El puente de los espías, hasta el punto que no parece un film ambientado en el pasado, sino el pasado directamente convocado; y el guión de Josh Singer, todo un experto en desentrañar las vísceras del poder y el periodismo a través de series como El ala oeste de la Casa Blanca y Ley y orden, y películas como El quinto poder y Spotlight, ilustra con desafiantes e impactantes diálogos una gesta que, como ocurre tantas veces, queda definitivamente inmortalizada gracias al poder de una pantalla en una sala oscura repleta de gente disfrutando del mejor espectáculo de cine posible hoy en día. Pero nada de esto sería suficiente sin la aportación de dos mujeres fundamentales en la gestación de esta película, la guionista Liz Hannah, debutante en estos menesteres pero sin cuya intervención y punto de vista seguramente el film no tendría el valor del que finalmente disfruta; y sobre todo Meryl Streep, que con trabajos como éste vuelve a demostrar que no es una actriz sino una diosa, y conste que me emociono al recordar su participación en esta cinta. No es suficiente con que casi todos los años la nominen al Oscar, debería existir directamente uno a su nombre para todos los años. La trama va sobre la revelación de informes secretos del Pentágono que demuestran que hasta cuatro presidentes, incluido el santificado Kennedy, conocían la inutilidad de la Guerra de Vietnam y su inevitable fracaso, a pesar de lo cual enviaron a miles de soldados americanos al matadero y provocaron un genocidio entre el pueblo vietnamita de proporciones apocalípticas. Sin embargo, con ser todo esto apasionante y merecedor de todo nuestro interés, para Spielberg no parece ser sino un pretexto, el que necesita para hablar de periodismo, sí, pero sobre todo de mujer y maternidad. Porque ellas nos traen al mundo que nosotros dominamos; hasta tal punto está arraigado esto en la sociedad que incluso cuando son ellas quienes ejercen el poder lo hacen a imagen de la estupidez que el hombre ha sembrado, y sólo con el paso del tiempo y siempre que ellas no pierdan el terreno ganado y el que queda por ganar, nuestro futuro podrá cambiar. Streep interpreta a Kay Graham, heredera y dueña del Washington Post en esos delicados tiempos, que se lo jugó todo a una carta, la de la veracidad y la honestidad, por su condición de mujer comprometida y... madre. En este sentido hay dos secuencias fundamentales en la película, y las dos las protagonizan ellas, Streep con sus principales accionistas, Paulson con su marido en la ficción, un Hanks si se quiere heroico pero que no tiene nada que perder en su condición masculina. Claro que The Post trata por supuesto de ese periodismo que representaba el cuarto poder y que hoy, cuando la mayoría de las noticias son redundantes, superficiales y mezquinas, por no decir en la mayoría de los casos obvias, y se adaptan más a servir al poder gubernamental que a enfrentarse a él, está prácticamente perdido. En este sentido la última de Spielberg representa también una inmejorable y magistral lección.
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