Dirección Julia Solomonoff Guión Christina Lazaridi y Julia Solomonoff Fotografía Lucio Bonelli Música Sacha Amback Intérpretes Guillermo Pfening, Elena Roger, Cristina Morrison, Rafael Ferro, Marco Antonio Caponi, Paola Baldion, Kerri Sohn, Pascal Yen-Pfister, Francisco Frías Estreno en Festival de Tribeca 21 abril 2017; en Argentina 18 mayo 2017; en España 22 junio 2018
Antes de ser directora, con Hermanas (2005) y El último verano de la Boyita (2010) estrenadas en España, Julia Solomonoff fue asistente de dirección en títulos como Diarios de motocicleta. En esta nueva película que presentó en el Festival de Tribeca el año pasado combina con ingenio y acierto dos temas fundamentales, el desengaño amoroso y la inmigración ilegal, aunque desde el tono amable y nada desesperado de quien emigra por necesidad sentimental más que por motivos de supervivencia. Eso no obsta para que el protagonista sienta cierta desazón, pero que traslada a la pantalla más por ver frustradas sus aspiraciones profesionales encaminadas a maquillar su fracaso sentimental como si de un borrón se tratara, que por dicho fracaso en sí mismo. Hay un drama homosexual en esta historia sobre un hombre que emprende una vida nueva en un Nueva York tantas veces escenario de este tipo de producciones, con las españolas La linea del cielo (1984) y La vida inesperada (2013) como referentes. Una ciudad tan apasionante como cruel, donde sobrevivir puede resultar fácil pero frustrante, que te engulle y sólo da oportunidades veladas, tan lejos de las pretendidas. Allí intenta rehacer su vida y sobreponerse de una relación hiriente que nunca termina de definirse en su totalidad, al igual que el propio personaje, al que no llegamos a conocer en toda su dimensión, cuidando bebés, sirviendo caterings, transportando mercancía o haciendo cástings para películas que nunca se van a realizar o para las que su perfil nunca encaja. Una ciudad que sirve de escenario para mostrar una vez más las miserias de la industria cinematográfica, los egos, la ambición, el chantaje sexual... Pero todo fluye con demasiada complacencia, sin apenas pasión y con cierto distanciamiento que no ayuda a comprender el alcance del drama de este actor que ha huido de una posición cómoda en Buenos Aires para sumergirse en la vorágine de una ciudad implacable con pocas oportunidades para superar el supuesto maltrato psicológico que ha sufrido por parte de su amante y antiguo jefe director. El conjunto se deja ver con agrado, gracias al carisma de su omnipresente protagonista, la diversa fauna que le rodea y, sobre todo, esa ciudad que uno nunca se cansa de recorrer, más cuando se fotografía como un turista. Pero este argentino en el mundo se ve desubicado en la Gran Manzana, y eso debería haber provocado una sensación más agria y desesperante en un espectador que sólo alcanza a ver peripecias vitales en una ciudad luminosa y mágica. Miradas de mujer a un drama que Ana Asensio llevó al género del terror en Most Beautiful Island.
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