USA 2020 104 min.
Dirección Richard Linklater Guion Richard Linklater, Holly Gent Palmo y Vincent Palmo jr., según la novela de Maria Semple Fotografía Shane F. Kelly Música Graham Reynolds Intérpretes Cate Blanchett, Billy Crudup, Emma Nelson, Kristen Wiig, Judy Greer, Laurence Fishburne, Zoe Chao, David Paymer, Steve Zahn, James Urbaniak, Troian Bellisario, Kate Burton, Jóhannes Haukur Jóhannesson Estreno en Estados Unidos 16 agosto 2019; en España 10 julio 2020
En el cine de Richard Linklater encontramos su vertiente más personal e independiente, con películas como Boyhood, Waking Life o la trilogía de Antes del amanecer, atardecer y anochecer, y su faceta más convencional y hasta cierto punto comercial, en la que se enmarcan cintas como Bernie, Escuela de rock, Todos queremos algo, La última bandera o ésta última que ahora se estrena casi un año después de hacerlo en Estados Unidos, seguramente como consecuencia del cierre de toda actividad cultural durante tanto tiempo.
A medio camino entre el análisis social, el psicoanálisis y la comedia amable y familiar, la película se beneficia especialmente de otra brillante actuación de Cate Blanchett, esta vez como desquiciada madre de familia que una vez despuntó como extraordinaria artista. Sabemos que hoy en día, en nuestra estresante y torturada sociedad, es difícil encontrar alguien que no tenga una tara emocional, y que hemos pasado de frecuentar terapias a convivir con esa tara, intentar corregirla nosotros y nosotras mismas o simplemente esperar que sean los demás quienes se adapten a nuestra forma de ser. El personaje que interpreta Blanchett podría entenderse de esta manera, pero a Linklater el libro en el que se basa su guion parece interesarle sobre todo por mostrar la eterna lucha de la mediocridad con la excelencia, la incomprensión que ésta genera y la necesidad de seguir creando y apartarse de lo estrictamente mundano para encontrar así cierto equilibrio emocional.
En este caso prima también una preciosa relación entre una madre y una hija, engendrada como una suerte de milagro, al igual que las obras que una vez forjaron la leyenda de esta artista, y que no por casualidad podría haber originado que su personaje se llame Bernadette, como la niña de Lourdes. En cualquier caso buscar análisis certeros y diagnósticos fiables se convierten en una frivolidad cuando en realidad lo que tenemos por delante es un mero entretenimiento, puesto en escena con amabilidad y buen oficio y con los guiños habituales entre citas e intervenciones estelares que le dan un atractivo añadido, como también lo hace su ambientación en el tramo final en una tierra tan hermosa y crepuscular como castigada por la mano del hombre, la Antártida (recreada en Groenlandia), ideal para perderse.
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