Dirección Ángel Gómez Hernández Guion Santiago Díaz, Víctor GaDo y Ángel Gómez Hernández Fotografía Pablo Rosso Música Jesús Díaz Intérpretes Rodolfo Sancho, Ramón Barea, Ana Fernández, Belén Fabra, Lucas de Blas, Nerea Barros, Beatriz Arjona Estreno 24 julio 2020
Otro director debutante en el largometraje que se apunta a la moda del terror gótico, más en la línea de Amenábar y Bayona que en la de Plaza o Balagueró, aunque acabe también echando mano de estos referentes. Su palpable destreza en la realización es fruto de una abundante práctica a lo largo de ocho cortometrajes desde que en 2008 debutara con Lágrimas de papel, con el legendario Paul Naschy como protagonista. Desde entonces no ha disimulado su pasión por el género, que ahora cristaliza en esta versión española de Expediente Warren, con un padre (Barea) y una hija (Fernández) como investigadores de lo inexplicable que se dejan seducir por una familia azotada por la desgracia desde que se mudaron a una vetusta mansión en medio del bosque.
Planteada como una ensalada en la que los ingredientes proceden de todos los tópicos y clichés posibles en el género, aunque bien aderezada por la mano apasionada, hábil y curtida de su joven director, la cinta arranca de forma inmejorable, con una buena dosis de intriga a partir de esas voces del título que acechan a un niño cual Carol Anne abrumada por la gente de la tele en Poltergeist. Con ese toque estético y esa fotografía azulada que caracteriza este tipo de películas, el director no duda en echar mano de referentes episódicos fáciles de identificar en cintas como La profecía o las mencionadas Poltergeist y Expediente Warren. El ejercicio sin embargo va decayendo en interés conforme nos va sumergiendo en una trama reminiscente de nuestro pasado más diabólico, y hace acopio de efectos tan recurrentes como sustos improcedentes, saturación de ruidos y música redundante, mientras su atmósfera envolvente inicial va cediendo paso al lugar común y las situaciones mil veces vistas.
Su reparto realiza un trabajo competente a pesar del endeble guion, que una vez más de manera tan irreflexiva como inconveniente demoniza a la mujer entre brujas y mantis religiosas, cuando como bien apuntan los críticos más lúcidos, y no ese numeroso plantel que eleva el producto al olimpo del terror, debieran ser otros los demonios, los que durante tanto tiempo de opresión se han erigido en nuestros redentores. ¿Para cuándo un Exorcista en el que la víctima esté poseída por un sacerdote? Un toque de crueldad y el cameo del imprescindible Javier Botet se encuentran entre los alicientes de esta irregular nueva incursión en un género muy trillado. Quienes tengan paciencia que se queden hasta el final de los títulos de crédito para comprobar que lo de los exorcistas e investigadores paranormales puede tener secuela si la cosa funciona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario