Desde su propio nombre, el conjunto barroco francés Café Zimmermann evoca el famoso establecimiento hostelero que conoció en Leipzig el estreno de numerosas obras de Johann Sebastian Bach. Tras un percance sufrido a última hora por el violinista Pablo Valetti, fundador y director del grupo junto a la clavecinista Céline Frisch, ha sido el también argentino Manfredo Kraemer quien se ha puesto al frente de esta gesta de la orquesta interpretando del tirón los seis conciertos agrupados bajo el título Brandeburgo del compositor alemán. Nuestra Barroca abordó también el imprescindible conjunto instrumental en este mismo Festival de Música Antigua hace varias ediciones, pero creemos recordar que fue en dos sesiones distintas. Ahora precisamente Kraemer, que tantas veces ha colaborado con el conjunto sevillano, ha sustituido con éxito y evidente profesionalidad al mítico fundador de Café Zimmermann y nos ha brindado la oportunidad de disfrutar con esta excelsa e irrepetible música en versiones deliciosas y muy bien informadas.
Pero si algo destacó en todo momento fue un magnífico continuo, con Frisch sacando el máximo partido al instrumento que tan gentilmente prestó el clavecinista sevillano Alejandro Casal, y violonchelos y contrabajo potenciando el cuerpo de un conjunto bien ensamblado, compacto, que deambuló entre los dieciocho integrantes del nº 1 BWV 1046, cuyo minueto final tan del gusto francés se saldó con una interpretación amable y distendida, y la formación en cámara de los ya citados 5 y 6, en cuyo movimiento lento la formación alcanzó a transmitir su aire profundo y meditabundo. A destacar también en el lado positivo el buen trabajo de las flautas frente al más complejo y no siempre satisfactorio de las muy difíciles trompas, dentro de un conjunto que dio una visión muy amplia y a ratos fascinante de una de las colecciones instrumentales más importantes de la música barroca y la música en mayúsculas en general. Kraemer, Frisch y el resto de excelentes colegas repasaron todo el álbum en apenas dos horas, lo que considerando los cambios preceptivos de combinaciones instrumentales entre unos y otros conciertos, da idea de la precisión con la que abordaron este ciclo y todo ese amplio abanico de colores sin apenas precedentes que presenta.
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