domingo, 28 de marzo de 2021

IRENE GONZÁLEZ Y JOSÉ MANUEL RAMÍREZ: TALENTO Y MUCHO ESFUERZO

38º FeMÁS. José Manuel Ramírez, violonchelo. Irene González, clave. Programa: Sonata para violonchelo y bajo continuo en sol mayor y Ricercare 1 en sol menor, de Domenico Gabrielli; Ricercata II, de Giovanni Battista Degli Antonii; Piezas para clavecín (Preludio, lentement; Tendrement), de Francesco Geminiani; Sonatas K35, K69 y K240, de Domenico Scarlatti; Sonata para violonchelo y bajo continuo en la menor RV43, de Antonio Vivaldi. Espacio Santa Clara, domingo 28 de marzo de 2021

Foto: Francisco Roldán

Con esta cita protagonizada por dos merecidísimos adjudicatarios de las becas que ofrece la Asociación de Amigos de la Barroca, arrancó un apéndice insólito del Festival de Música Antigua, aprovechando estos tiempos raros y una Semana Santa diferente que admite prorrogar como nunca antes se había hecho sus conciertos, aun después de la cita maestrante que generalmente ponía fin al certamen, esta vez con Europa Galante y el Argippo de Vivaldi, como saben de sobra celebrada lamentablemente en streaming.

Aun siendo muy jóvenes y habiendo ya disfrutado de sus aptitudes en otras ocasiones apadrinadas por la Barroca de Sevilla, no se trataba de descubrir ningún talento sino de constatar su valía y corroborar ese esfuerzo que les ha llevado ya a colaborar con conjuntos de cierta solidez dentro y fuera de nuestras fronteras. González y Ramírez ofrecen un altísimo nivel interpretativo y un especial control de técnica y expresividad, ya desde una Sonata de Gabrielli construida con un sentido de la musicalidad extraordinario, aprovechando las estupendas condiciones del por otro lado reducido espacio del antiguo refectorio del Espacio Santa Clara, donde el equilibrio entre el brillo del clave y el mate del violonchelo llegó a brindarnos sonidos de excelsa belleza. Pero para eso es imprescindible el control absoluto de sus intérpretes, y así Ramírez desplegó un fraseo elocuente y maleable en el que cada matiz quedó perfectamente plasmado y la línea melódica resultó majestuosa, además de lograr un sonido homogéneo y musculoso, siempre con el compromiso del clave cálido y limpio de Irene González.

Tras una breve intervención en solitario del violonchelista en una Ricercata de Battista Degli Antonii, en el que exhibió una sensacional cantabilidad y una muy conseguida aparente espontaneidad, al margen de un gusto exquisito en la modulación y una homogeneidad tímbrica difícil de alcanzar, el clave ocupó un extenso bloque central. Con él González se mostró tan reflexiva y elocuente en las piezas de Geminiani, meditando cada nota y logrando una limpieza y una trasparencia al alcance de intérpretes privilegiados, como ágil y desenvuelta en las sonatas de Scarlatti, alcanzando con ellas un gran virtuosismo. Para finalizar de nuevo juntos, tan compenetrados y cómplices en la sonata de Vivaldi como lo estuvieron al principio. Aquí Ramírez sonó autoritario y solemne en el arranque, danzante en el allegro, muy sensible en el largo central y tan ágil como carismático en el allegro final, a todo lo cual se adaptó como un guante una extraordinaria Irene González.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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