domingo, 7 de marzo de 2021

LA MÚSICA SIN IMÁGENES DE NINO ROTA

7º concierto del Ciclo de música de cámara de la ROSS. Miguel Domínguez Infante, clarinete. Juan Ronda Molina, flauta. Claudia Medina Riera, violín. Daniela Iolkicheva, arpa. Robert L. Thompson, violonchelo. Auxiliadora Gil, piano. Programa: Obras de Nino Rota (Sonata para clarinete y piano en Re mayor, Trío para flauta, violín y piano; Sonata para flauta y arpa; y Trío para clarinete, violonchelo y piano). Espacio Turina, domingo 7 de marzo de 2021

Ronda e Iolkicheva
Después de una gala de los Goya por fin modélica, y paradójicamente híbrido virtual, técnicamente impecable y con el sello Banderas adquirido tras tantos años residiendo en Estados Unidos e impregnándose del talento americano para el espectáculo, me apetecía mucho escribir hoy de cine, y la Sinfónica me lo ha puesto fácil con este monográfico de Nino Rota presentado en el Espacio Turina esta misma mañana. No se trata de música de cine sino de su repertorio camerístico, tan generoso y variado, sin embargo se incluyó como cierre del nuevo Festival de Música de Cine que tendría que haberse celebrado en el Auditorio de la Cartuja y finalmente no lo hizo por motivos estratégicos. Su emplazamiento a noviembre para hacerlo coincidir con el Festival de Cine Europeo no nos parece acertado, pues rebaja la singularidad e independencia de una cita que parece querer heredar aquellos añorados Encuentros de Música de Cine de Sevilla. John Williams y Ennio Morricone iban a ser los protagonistas de estas dos primeras entregas, intencionadamente combinados con una discutible selección de bandas sonoras españolas. Todavía de actualidad por recibir ex aequo el Premio Princesa de Asturias, el de Morricone es además uno de los decesos más llorados del pasado año, y Banderas acertó eligiendo para ilustrar su gala varios fragmentos de su música para la almodovoriana Átame, en impecable interpretación de Arturo Díez Boscovich y la Orquesta Sinfónica de Málaga.

Volviendo al otro gran nombre de la música cinematográfica italiana, Nino Rota, como otros colegas de profesión, ambicionó un lugar destacado en las salas de concierto y teatros de ópera. Estamos pensando en Rózsa, Waxman, Herrmann, o más recientemente Williams, Morricone o Shore, porque el caso de Korngold es distinto, la suya era una firma ya cotizada antes de dedicarse por motivos alimenticios y de mera supervivencia política al cine. Pero mientras la música de cine del autor de La Dolce Vita no empezó a ser notoria hasta iniciar su mítica colaboración con Fellini, ya en la década de los cincuenta, su música para concierto hacía tiempo que era una realidad, desde los años treinta. De 1945 data su Sonata para clarinete y piano, pieza con la que arrancó este interesante monográfico. Su aire pastoral tan querido por Rota, que incluso dedicó una Pastorale siciliana a El padrino, fue perfectamente captado por el clarinete de Domínguez Infante, eficazmente acompañado por la pianista invitada, la sevillana Auxiliadora Gil. Su estilo amable, íntimo y reflexivo sirvió a los intérpretes para una exhibición precisa y elegante de la partitura, atenta a sus progresiones dinámicas y pasajes contrastantes, y embellecida por el impecable fraseo de la madera y la ágil pulsación de la pianista.

Thompson, Gil, Medina e Infante
Haciendo gala de un estilo muy enraizado en la estética prokofieviana tan del gusto del autor de Ocho y medio, Gil, Juan Ronda y Claudia Medina lograron que el Trío para flauta, violín y piano de 1958 sonara penetrante, obsesivo y enérgico, pero nunca agresivo ni estridente. Incluso aquí, y a pesar del muy intrigante andante central, se dejó entrever el buen humor y carácter nostálgico de su autor, con aportaciones juguetonas de Medina al violín y una inteligente profundización en la intrincada gramática de la partitura. Iolkicheva estuvo como siempre elegantísima en la Sonata para flauta y arpa de 1937, acompañando a Ronda con ese estilo entre cortesano, clásico y vanguardista que nos remite al autor de Romeo y Julieta. Con el Trío para clarinete, violonchelo y piano de 1973 se dio por finalizada esta elocuente muestra de la música del homenajeado. Aunque aquí echamos de menos algo más de cuerpo al violonchelo, atisbamos gracias a una interpretación ágil y compenetrada la riqueza textural y cromática de la pieza, destacando el espíritu lírico y melancólico del andante, con un notable diálogo entre Infante y Thompson tan bien acompañados armónicamente por Gil, y un exultante allegrissimo final deudor de la estética circense tan cultivada por el compositor. Una acertadísima y muy respetuosa versión del tema principal de Amarcord, adaptado a los seis instrumentos convocados, sirvió como inmejorable colofón a tan estimulante concierto, a la vez que homenaje al centenario de Fellini, celebrado el año pasado entre tantas restricciones.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

4 comentarios:

  1. Muchas gracias por contarlo, Juan José. Al fin pudimos disfrutar compartiendo este interesante programa. Sólo un detalle que se coló por error, el diálogo en el andante del último trío no era entre Ronda y Thompson; no había flauta en esa obra.
    Un saludo
    Miguel Domínguez

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  2. Verdad, ¡qué lapsus! son habituales en mí, lo siento. Disculpa. Lo corrijo en el blog, en El Correo me da mucha pereza pedirlo

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Gracias! Con tanto cambio entre obras...

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