Dirección Kevin Macdonald Guion Rory Haines, Sohrab Noshirvani y M.B. Traven, según el libro de Mohamedou Ould Slahi Fotografía Alwin H. Kuchler Música Tom Hodge Intérpretes Tahar Rahim, Jodie Foster, Shallene Woodley, Benedict Cumberbacht, Zachary Levi, Corey Johnson, Langley Kirkwood, Baya Lelal, Denis Ménochet, David Flynn, Darron Meyer, Arthur Falko, Michelle Allen, Stevel Marc, Walter van Dyk Estreno en Estados Unidos 12 febrero 2021; en España 19 marzo 2021
La prisión de Guantánamo es sin duda uno de los fracasos más estrepitosos y de los mayores motivos para la vergüenza y el descrédito que ha tenido Estados Unidos, supuesta cuna de las libertades y los derechos humanos, en lo que va de siglo. Si bien es legítimo que hunda su razón de ser en los espantosos crímenes terroristas del 11 de septiembre de 2001, no se justifica de ninguna de las maneras que durante tanto tiempo casi mil presos fueran retenidos y torturados sin cargos ni juicios en aquella base naval ubicada en Cuba. La historia de uno de ellos, Mohamedou Ould Slahi, sirve de base para este film dirigido por alguien tan curtido en el documental, especializado en el retrato de estrellas de la música como Bob Marley, Mick Jaegger o Whitney Houston, como en ficción de denuncia en cintas como El último rey de escocia o La sombra del poder.
Justo después de retratar la vida en un día en 2020, se embarca en esta cinta ambiciosa y aseada que no consigue sin embargo mostrar en toda su extensión el drama de quien sufre tal humillación y represión sin sentirse culpable. El tema del falso culpable ha sido tratado en varias ocasiones por Hitchcock con resultados muy superiores a los alcanzados por el artesano Macdonald. Ese sufrimiento, esa sinrazón y la crisis psicológica que arrastra fue analizada en Falso culpable con una precisión que este film no alcanza ni de lejos, a pesar de tratar una situación mucho más trágica y aún más injusta que el drama de Manny Balestrero. Se agradece sin embargo que a pesar de su endeblez, no pretenda ser un producto morboso que se recree en torturas y barbaridades, por mucho que éstas ocupen un pequeño segmento de la narración, la cual se presta a diversos formatos de pantalla según cuente la actualidad, con la investigación y defensa de las abogadas Nancdy Hollander y Teri Duncan como motivo principal, los flashbacks del pasado o las penurias vividas en la prisión, por cierto aun abierta a pesar de las innumerables promesas de Obama de cerrarla.
Quizás lo mejor de la película, además de las esforzadas interpretaciones de Tamar Rahim (Un profeta, El pasado, La legión del águila, también de Macdonald) y Jodie Foster, que logró un Globo de Oro que no se ha traducido en nominación al Oscar, sea el retrato amable y sentimental, profundamente emotivo y humano del protagonista, cuyo talante alegre y desenfadado se evidencia en las previsibles secuencias reales de los títulos finales, demostrando lo que posiblemente sea el leit motiv de la película y forma parte de un Islam del que solo conocemos su lado más perverso y seguramente incorrecto, que perdonar nos hace más libres.
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