Temporada 2021-2022 de la Orquesta Bética de Cámara. Fábio Brum, trompetas. Michael Thomas, director. Programa: Obertura “Las Hébridas”, de Mendelssohn; Solo de concours, de Theo Charlier; “Agitata da due venti”, de Vidaldi; 2º movimiento de las Bachiana Brasileira nº 5, de Villa-Lobos; Rosa, de Pixinguinha; Sinfonía en Sol mayor “La sorpresa”, de Haydn. Espacio Turina, sábado 12 de febrero de 2022
Un cambio de última hora, debido a la indisposición del espléndido violinista alcalareño Javier Comesaña, obligó a la Bética de Cámara a modificar el programa inicialmente previsto para este tercer concierto de temporada, centrado en compositores alemanes relacionados de alguna u otra forma con las islas británicas. De esta forma el Concierto para violín nº 1 de Bruch fue sustituido por una serie de piezas concebidas para el lucimiento de la trompeta, adaptándose de esta forma al perfil del nuevo solista, un deslumbrante Fábio Brum, aunque en el camino se acabara traicionando el espíritu que informaba el programa originalmente diseñado.
Con dos discos en el mercado, grabados con el sello británico Naxos, Brum se encuentra ahora ultimando los detalles de su último registro, esta vez con la Real Orquesta Sinfónica, formación de la que fue destacado integrante durante más de una década. Pero ha sido con la más veterana de nuestras orquestas, la Bética de Cámara, con la que anoche se presentó en el Espacio Turina para deleitarnos con su inconfundible maestría al instrumento, una serie de trompetas con distintos registros y accesorios que el intérprete brasileño manejó con dominio absoluto de la técnica y la expresividad. Una exhibición que encontró en el Solo de concours de Charlier su mejor aliado, con continuos cambios de tempo y modo, con y sin sordina, unos retos técnicos ampliamente superados y agilidades solo superadas por las que tuvo que afrontar en el aria Agitata da due venti, de la ópera Griselda de Vidaldi, aunque originalmente de la menos conocida Adelaida, y que convenientemente adaptada al instrumento de metal ofrece oportunidades extraordinarias de lucimiento al solista. No sin alguna nota falsa y entrada puntualmente desequilibrada, nada sorprendente tratándose de un instrumento tan difícil y delicado, Brum se enfrentó también con éxito al ritmo y la gracia de las Bachianas brasileñas de Villa-Lobos, que en el caso del segundo movimiento de la número cinco ofrece también difíciles retos, superados con pericia, así como al tema Rosa del legendario flautista y compositor Alfredo da Rocha Viana Filho, más conocido como Pixinguinha, ideal para lucirse como melodista romántico y embaucador, como así hizo Brum con una trompeta de registro bajo.
Dos obras de un Mendelssohn encandilado con los paisajes escoceses y un Haydn triunfando con sus doce sinfonías londinenses, enmarcaron la intervención del joven trompetista, con una orquesta que si bien Thomas controló con respeto y admiración en las obras de acompañamiento, exprimió al máximo de sus posibilidades y recursos en estas dos obras sinfónicas. Lástima que para la ocasión, teniendo en cuenta la proliferación de maderas y metales en las dos piezas elegidas, tuviera que reducir considerablemente la cuerda, y eso se notó y mucho. Provocó cierto desequilibrio en Las Hébridas, defendida con más aplomo que sentido de las texturas y dinámicas, y sobre todo en una Sinfonía nº 94 de Haydn que tampoco tuvo en la delicadeza su fuerte, especialmente en un andante en el que el factor sorpresa, ese golpe de timbal que le da sobrenombre e interrumpe lo que hasta entonces era un paseo tranquilo y amable, apenas se atisbó debido a la falta de contraste y relieve. Con todo fue una interpretación solvente y más que aceptable, que demostró el esfuerzo y el trabajo desplegado por la formación, en cuyas filas se encuentran solistas de demostrada valía y de la que celebramos su espíritu de supervivencia y su avidez de excelencia, que esperemos no decaiga nunca.
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