Guion y dirección Todd Stephens Fotografía Jackson Warner Lewis Música Chris Stephens Intérpretes Udo Kier, Jennifer Coolidge, Linda Evans, Michael Urie, Ira Hawkins, Stephanie McVay, Tom Bloom, Justin Lonesome, Shanessa Sweeney, Bryant Carroll, Thom Hilton, Shelby Garrett, Dave Sorboro Estreno en Estados Unidos 6 agosto 2021
Prueba evidente de lo injustos que pueden llegar a ser los premios, esta película no aparece considerada en ninguno de los más relevantes, y lo que es peor, la excelente interpretación del veterano actor alemán Udo Kier, habitual en películas de terror seudoeróticas de los setenta, ha pasado desapercibida para académicos y demás ilustres personalidades del cine. Coincide el título de esta película con otra del mismo año y nacionalidad, pero ahí se acaban las coincidencias. Esperemos que este no sea efectivamente el canto del cisne de Kier, pero de cualquier manera sí que es posiblemente si no el mejor uno de sus mejores trabajos.
El actor hace una magnífica recreación de un ex peluquero gay que vive lo que parecen sus últimos años en una residencia hasta que la providencia llama a su puerta. El director Todd Stephens, que hace algo más de una década cobró cierta popularidad con la cinta No es solo otra película gay y su secuela, consigue con esta emotiva película un homenaje a la pluma y a esa generación que sufrió los estragos del sida, y cuya lucha y supervivencia tanto hemos aprovechado quienes nos hemos encontrado el camino hecho y nuestros derechos reconocidos. A la vez Stephens brinda un merecido homenaje a esa América profunda frecuentemente vilipendiada, mostrándonos una comunidad tan abierta como la de las ciudades más cosmopolitas y avanzadas, con al añadido de un sentimiento de colectividad y unos gestos de humanidad y buena convivencia no al alcance de todos los ambientes.
Y así, rodeado de esa buena gente y los fantasmas que les preceden, Pat Pitsenbarger, personaje real en cuyas experiencias se basa este emotivo y colorista film, deambula por Sandusky, en Ohio, cerrando heridas y reconciliándose con él mismo y con quienes una vez fueron su apoyo, como una recuperada Linda Evans, a quien además podemos disfrutar en antiguas fotos publicitarias de Dinastía. Con ella, una banda sonora en la que no pueden faltar Shirley Bassey, Judy Garland o Dusty Springfield, auténticos referentes de la cultura lgtbi, y mucha pluma y laca pero siempre respetuosa y digna, resulta fácil abrirse a este universo que también pide hacerse tan visible como el del homosexual guapo, masculino e intelectualmente inquieto e interesante. Lástima que los designios de la distribución acaben marginando este tipo de películas constructivas y reconfortantes a circuitos militantes y muy reducidos.
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