sábado, 30 de noviembre de 2024

LEONORA SE HACE ECO EN LA SINFÓNICA CONJUNTA

Concierto nº 1 de la temporada XIV de la Orquesta Sinfónica Conjunta de la Universidad de Sevilla y el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo. Carlos González Odrizola, fagot. María Benítez, trombón. Juan García Rodríguez, director. Programa: Oberturas Leonora nº 1, 2 y 3 Opp. 138 y 72 (a y b), de Ludwig van Beethoven; Concierto para fagot Op. 75 de Carl Maria von Weber; Concertino para trombón Op. 4, de Ferdinand David. Auditorio ETS de Ingeniería de la Universidad de Sevilla, viernes 29 de noviembre de 2024

Juan García Rodríguez y la Conjunta

Sin haber definido ni divulgado todavía el programa general de esta décimo cuarta temporada, la Sinfónica Conjunta celebró anoche el primer concierto de la misma, con el mismo ímpetu e idéntico esfuerzo que le caracteriza, a pesar de una plantilla por su propia definición cambiante, precisamente por los motivos que le impulsan, una plataforma de prácticas y lanzamiento para multitud de jóvenes intérpretes que desean abrirse camino en el difícil y espinoso mundo de la música.

Fieles a nuestro compromiso con una orquesta y un proyecto que venimos celebrando desde el minuto cero, allá por diciembre del año 2011, hemos de aclarar que no sólo nos atrae una orquesta que viene demostrando su capacidad de disciplina y esfuerzo máximo para lograr tan estimulantes resultados, sino también los atractivos programas que para ella diseña Juan García Rodríguez, capaz de simultanear con enorme sentido de la responsabilidad este emocionante proyecto con el que lleva a cabo con Zahir Ensemble, que estos días celebra su particular festival de música contemporánea.

Triple Leonora

No podemos resistirnos a un concierto en el que se interpretan las tres oberturas de Leonora. ¿Quién, al menos en estas latitudes, se ha atrevido nunca a hacerlo? Ya se sabe, Beethoven nunca empleó la primera, compuso la segunda para el fallido estreno de la ópera, y la tercera para el reestreno, igualmente decepcionante por razones varias y justificadas. Por fin triunfó con los reajustes pertinentes hasta convertirla en Fidelio. Aunque ésta va precedida de una cuarta obertura, esta vez con el título definitivo de la ópera, son muchas las batutas que prefieren introducirla con la segunda o tercera de las Leonoras.

Carlos González Odrizola al fagot

Mendelssohn dirigió las tres oberturas por primera vez juntas en Leipzig en 1840. García tuvo el acierto de comenzar este primer concierto de temporada con la segunda y terminar con la tercera, dilatando así el tiempo de escucha entre una y otra, dadas las similitudes entrambas, tratándose la tercera de un desarrollo conciso y depurado de la segunda, la que quizás mejor refleja la atmósfera libertaria de esta ópera ambientada en Sevilla.

Con un control máximo del vibrato y las dinámicas, el director logró una lectura fogosa, brillante y rigurosa de cada obertura, haciendo acopio para ello de la entrega absoluta de estos jóvenes prodigiosos, y exhibiendo el máximo dramatismo, potenciado por el uso fuera de escena de las tubulares trompetas.

Dos singulares conciertos

El Concierto para fagot Op. 75 de Carl Maria von Weber es el más interpretado del repertorio para este instrumento, junto al de Mozart. Lo compuso a raíz del éxito de sus dos conciertos para clarinete y a demanda de los miembros de la Orquesta de la Corte de Múnich. Tanto el solista, Carlos González Odrizola, como la orquesta, se hicieron eco de la enorme teatralidad de la pieza, si bien percibimos cierta descompensación entre el instrumentista y el resto de la plantilla, acaso algo desorganizada, acusando falta de compenetración y empaste. Esto, que fue notorio en el allegro inicial, se relajó bastante en un adagio de considerable calado lírico, y el travieso allegro final.

María Benítez al trombón

González Odrizola se adaptó como un guante a los continuos cambios de humor de la obra, tan arrogante y triunfal como decididamente relajado y reflexivo, exhibiendo gran cantidad de emociones y logrando combinar una depurada técnica, un prodigioso control de la respiración y una más que aceptable expresividad que le llevó en el adagio a demostrar una extraordinaria cantabilidad.

El Concertino para trombón Op. 4 de Ferdinand David es uno de tantos intentos del legendario violinista por alcanzar también como compositor un status digno. Y desde luego ésta merece considerarse su mejor composición y pieza fundamental del repertorio para el instrumento. Aunque lo asociamos a un sonido fuerte y poderoso, en las manos apropiadas pueden alcanzar una expresividad religiosa y una notable calma, y así nos la ofreció la joven trombonista sevillana María Benítez.

Sin desfallecer en ningún momento, con una capacidad pulmonar extraordinaria, la solista logró ser tan enérgica y vivaz en los movimientos extremos como seria y rigurosa en su interesante marcha fúnebre central. Aquí la batuta y la orquesta sí que se emplearon a fondo tanto para dialogar satisfactoriamente con ella, como para arroparla con un sentido de la flexibilidad y la melodía realmente encomiable.

Artículo publicado en El Correo de Andalucia

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