USA-Reino Unido 2024 160 min.
Dirección Jon M. Chu Guion Winnie Holzman y Dana Fox, según el musical de Winnie Holzman y Stephen Schwartz basado en la novela “Wicked: Memorias de una bruja mala” de Gregory Maguire, según los personajes creados por L. Frank Baum en “El maravilloso mundo de Oz” Fotografía Alicia Brooks Música Stephen Schwartz y John Powell Intérpretes Cynthia Erivo, Ariana Grande, Jonathan Bailey, Michelle Yeoh, Jeff Goldblum, Ethan Slater, Marissa Bode, Bronwyn Yang, Keala Settle, Andy Nyman y la voz de Peter Dinklage Estreno en Estados Unidos y España 22 noviembre 2024
Hace décadas que el musical se ha impuesto en las carteleras teatrales de las principales ciudades del mundo. En nuestro país, Madrid y Barcelona no son excepciones, y a ellas se ha sumado el Soho de Málaga y las giras por toda España. Sin embargo, esta fiebre por los musicales no ha encontrado reflejo en la cartelera cinematográfica, al menos con carácter general. El público sigue siendo reticente a un género que en el pasado fue tan rentable. Fenómenos aislados como La La Land no han conseguido recuperarlo, y ni siquiera la calidad del remake de Spielberg de West Side Story hace apenas unos años, ni la excelente Dreamgirls de los primeros años de este siglo, lo han logrado. Wicked tiene muchas posibilidades de hacerlo, aunando todo lo que se espera de un gran musical y una gran película. Magníficas canciones, dos protagonistas de gran altura dándolo todo, incluidas unas rutilantes voces, que en el caso de la estrella del pop, sin apenas experiencia en la interpretación dramática, Ariana Grande, se acerca a la tesitura de una más que competente soprano, y una trama absorbente que se atreve por fin a darle la vuelta al tópico de las brujas como forma de hostigamiento y marginación a las mujeres. El norteamericano de origen chino John M. Chu ha sido el elegido para llevar a tan buen puerto esta empresa. Su vasta experiencia en el musical, con películas alimenticias como las segunda y tercera entregas de Step Up y otras de mayor calado como Jem y los Hologramas y, sobre todo, En un barrio de Nueva York, además de sus numerosos videos para Justin Bieber, lo avalan. Además, ha demostrado su pericia en la comedia con la segunda parte de Ahora me ves y la celebrada Crazy Rich Asians, así como en la acción y los efectos visuales con G.I. Joe: La venganza. Todo eso se da cita también en esta estupenda película y memorable musical.
El color verde de Elphaba, la joven que se convertirá en la Bruja Mala del Oeste, simboliza el rechazo a lo diferente, el racismo y el miedo provocado por los poderes interesados, mientras al estilo decididamente Barbie de Glinda, más tarde Bruja Buena del Norte, esconde una capacidad inesperada de comprensión e inteligente entendimiento. Ninguna es tan mala ni tan buena, tienen sus motivaciones, y aunque hay traumas de infancia, no necesariamente tienen que ser esas las motivaciones. El ecologismo y el animalismo pueden ser más fuertes, y sobre todo la justicia y la política bien administrada, sin corrupción ni intereses ocultos, ni el miedo como arma de dominio y control. Todo esto enmarcado en los reconocibles resortes del típico cuento infantil de antaño, pero sin sus vicios ni anacronismos, con decorados monumentales, medio recreados por infografía, medio reales, grandes coreografías, un guapo pero confundido príncipe y mucho humor, hacen que sus dos horas y media no se hagan pesadas, y que esperar otras tantas para recrear el tercer y último acto del espectáculo de Broadway original en que se basa, y que fue récord de permanencia en los escenarios neoyorquinos, tampoco suponga ningún lastre.
Como curiosidad, las estrellas de la producción teatral, Idina Menzel y Kristin Chenoweth, tienen una aparición especial en la película, entonando la historia de Oz y su mago en un teatrillo callejero. Que Madrid estrene el musical en octubre de 2025, después incluso de que hayamos asistido al desenlace cinematográfico, podrá resultar tan ventajoso como inoportuno. Mientras tanto, esta combinación de denuncia contra la discriminación racial y la corrupción política, con el sano empoderamiento femenino, aderezado con espléndidos números musicales y grandes efectos visuales, hará las delicias de propios y extraños en nuestras salas de cine. Y para que no crean que todo nos ha encantado, la manía de humanizar los animales nos parece una idea equivocada, más cuando de lo que se trata es de respetarlos y admirarlos como iguales en nuestro planeta. Sólo responde a una manía largamente practicada en el cine estadounidense, y muy especialmente en Disney. En cuanto a la música, las espléndidas canciones son obra del autor del musical Gospel, Stephen Schwartz, autor también de las letras de las canciones de Alan Menken para Pocahontas y El jorobado de Notre Dame, además de la música de las de El príncipe de Egipto. Por otro lado, el siempre estupendo John Powell se encarga de la música incidental, tan inspirada y adecuada como el resto de la aportación musical de este excelente entretenimiento.
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