Dirección Aitor Arregi y Jon Garaño Guion Aitor Arregi, Jon Garaño, José Mari Goenaga y Jorge Gil Munárriz Fotografía Javier Agirre Erauso Música Aránzazu Calleja Intérpretes Eduard Fernández, Nathalie Poza, Chani Martín, Sonia Almarcha, Fermí Reixach, Vicente Vergara, Jordi Rico, Jùlia Molins Estreno en el Festival de Venecia 30 agosto 2024; en salas 8 noviembre 2024
El estreno en 2009 del documental Ich bin Enric Marco, siguiendo las pesquisas del historiador Benito Bermejo y el escritor Javier Cercas, no pareció plasmar una imagen pluridimensional del controvertido personaje de Enric Marco Batlle, famoso impostor de principios de este siglo que estuvo al frente de la Asociación Española de Supervivientes de los Campos de Concentración Nazis, a pesar de que mintió al asegurar que fue prisionero en el de Flossenburg. Los directores de Loreak, Handia, La trinchera infinita y Balenciaga parecen encontrar en la historia los relatos que les interesan llevar a la pantalla, y en esta ocasión aciertan logrando esa visión plural que tanto el personaje como su historia demandaban. Porque aparte de ser un impostor y un egocéntrico personaje mediático, no cabe duda de que dentro de la mentira, seguramente innecesaria pero decididamente notoria, Marco logró dar visibilidad y divulgación a estos supervivientes a los que el régimen de Franco negó y marginó.
Logró que Zapatero fuera el primer presidente de la democracia española, el más decente y comprometido, en dar a estas víctimas del nazismo el reconocimiento que merecían. Los directores vascos logran dotar a Marco de esa pluridimensionalidad que los medios no lograron en un momento en el que al sensacionalismo siempre imperante sólo interesaba la carnaza y la polémica. No es que el personaje magistralmente interpretado por Eduard Fernández (atención también al excelente trabajo de maquillaje) quede impune en el libreto, pero al menos logra captar esa ambigüedad que le convierte en narcisista egocéntrico pero también en luchador por causas justas y fundamentales, aunque no fueran exactamente las suyas.
El magnífico trabajo de todos y todas sus intérpretes, la sobriedad en su puesta en escena, una escritura precisa y contenida... logran un film apasionante, digno de reflexión aunque sea como nota al pie de página de la imprescindible memoria histórica que tanto cuesta ejercitarse en este nuestro país. Puede que Arregi y Garaño hayan logrado así un trabajo importante, y seguramente el más eficiente desde aquel memorable debut en Flores (Loreak). A título exclusivamente personal me gustaría reseñar que el libro en el que Marco descubre los horrores de los campos de concentración nazi, Deportación, es el mismo en el que lo hice yo de niño. Se encontraba en la biblioteca de mi padre.
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