sábado, 23 de noviembre de 2024

FILM SYMPHONY ORCHESTRA, LA FÁBRICA DE SUEÑOS

Film Symphony Orchestra. Constantino Martínez-Orts, director. Tarab: Suites y temas de Hans Zimmer (Dune, Origen), Erich W. Korngold (El halcón del mar), James Horner (Leyendas de pasión, Troya), Harry Gregson-Williams (Marte), James Newton Howard (Animales fantásticos), Kristen & Robert López (Frozen), Alan Silvestri (Forrest Gump, El regreso de la momia), John Williams (La lista de Schindler, El ascenso de Skywalker), Ludwig Göransson (Oppenheimer), Steven Price (Gravity) y Alan Menken (La sirenita). Auditorio FIBES, viernes 22 de noviembre de 2024


Hace más de una década que la orquesta valenciana se deja ver y oír en nuestra ciudad, desde aquellos primeros conciertos en los que todavía les faltaba definición y depuración, hasta llegar a disfrutar de un prestigio y una dignidad que sólo se alcanza con mucho trabajo y una considerable pasión. Constantino Martínez-Orts la derrocha incluso en sus profusas locuciones, frente a una numerosa y prolífica orquesta mayoritariamente de gente muy joven.

Su propuesta tiene mucho de teatralidad, de manera que no importa las veces que haya ofrecido el mismo espectáculo en distintas ciudades, y de éste ya van siete y le quedan treinta y seis, incluido un segundo en Sevilla en el mes de marzo, que siempre se las ingenia para parecer que lo hace por primera vez, con toda la naturalidad y la frescura del mundo, logrando de paso que el público también se sienta protagonista de su propuesta. De esta teatralidad participa también el podio sobre el que se sitúa el director, reminiscente del de Stokowski en Fantasía, así como la generosa luminotecnia y el vestuario futurista de todos y todas las miembros de la orquesta.

Llegar anoche a Fibes resultó toda una odisea para buena parte del público, debido fundamentalmente a las obras del tranvibus, pero también ante la expectación que suscitan los conciertos de la FSO. De hecho, fue mucha la gente que llegó tarde y tuvo que incorporarse ya empezado el concierto, con las consiguientes molestias que supuso ubicarlos. Pero todo sirve de cara a disfrutar de esta cita con el cine que más taquilla hace y más óscars recibe, una constante que a Martínez-Orts parece atraerle bastante.

La emoción de sentir la música

El término Tarab que bautiza esta nueva gira, fue desgranado a modo de presentación por una voz en off acompañada de la crepuscular música de Hans Zimmer para Dune, con la sevillana Anaís Sancruz exhibiendo su potente voz desde las alturas. Su significado, la emoción que sentimos a través de la música, se puede asociar a cualquiera de los espectáculos anteriores de la orquesta.

El programa arrancó con la habitual dosis de cine clásico, al que Martínez-Orts dedica poca atención, limitándose a una o dos piezas por concierto, y siempre en versión muy reducida, como esta vez, que se conformó con los títulos de crédito iniciales de El halcón del mar de Korngold, sacrificando el tema Reunion al que generalmente va anclado. Además, precederlo de la fanfarria de la Fox en lugar de la Warner que la produjo, no fue muy acertado desde el punto de vista ortodoxo, sí quizás del espectáculo que siempre persigue con sus propuestas.

De James Horner se interpretaron dos piezas asociadas a un apolíneo y melenudo Brad Pitt, el cálido y romántico The Ludlows de Leyendas de pasión, con un impecable final a doble violín a cargo de Amanda Ochoa y Maider Lara, y la música de batalla de Troya, con brillantes aportaciones de los metales y un obsesivo control del ritmo. Lástima que las dimensiones del auditorio obliguen a amplificar el sonido, perdiéndose en el camino matices, dinámicas y planos sonoros, aunque hay que admitir que en su caso el sonido está muy bien diseñado y estos inconvenientes se minimizan bastante.

Una inquietante suite de Marte demostró lo buen compositor que es Harry Gregson-Williams, siempre a la sombra de Zimmer en la filmografía de Ridley Scott, como sucede ahora con Gladiator II, pero tan inspirado y eficiente, como bien demostró la depurada interpretación de la orquesta. También en forma de una muy conseguida suite se presentó la música de James Newton Howard para Animales fantásticos, en la que el swing a big band se hizo patente de forma también impecable y muy en estilo.

Anais Sancruz en modo Elsa

La primera parte culminó con la participación de la cantante sevillana en el icónico Let It Go! de Frozen en perfecto inglés, quizás algo menos punzante y apasionado de lo deseable, pero tan bien entonado como suele ser en ella, y con el abrigo entregado de la orquesta. Lástima que la suite de Forrest Gump de Alan Silvestri no resultara tan convincente. Se trató de una versión recortada y arreglada de los títulos de crédito finales de la película, que se reveló insuficiente y algo tosca.

Un complejo y radiante alarde técnico

Silvestri fue también el encargado de abrir la segunda parte, permitiendo a la orquesta exhibir su versatilidad para conjugar diferentes ritmos y estados de ánimo en la colorista suite de El regreso de la momia. De nuevo sonó el popular y emotivo tema de La lista de Schindler, con una impecable interpretación de Ochoa al violín que no desmereció a otros grandes que la han abordado, como Itzhak Perlman en la banda sonora o Anne-Sophie Mutter en una grabación reciente, e incluso mejoró la de otros igualmente insignes solistas como Joshua Bell.

También de Williams, un inevitable de los programas de Martínez-Orts, es El ascenso de Skywalker, con la que la FSO completó la saga Star Wars, un romántico tema que sólo se escucha en la película en sus créditos finales. A él encadenó sin solución de continuidad la Marcha Imperial de El imperio contraataca, dejando clara la flexibilidad de la orquesta a la hora de cambiar de registro de forma abrupta y radical.

El cuarto final del concierto fue lo mejor de la noche, con un trío de bandas sonoras con las que la orquesta y su director realizaron todo un alarde técnico de combinación entre efectos sonoros, electrónica y sonido acústico a altísimo nivel. Así se resolvieron con total satisfacción la oscarizada música de Ludwig Göransson para Oppenheimer, el estremecedor final de Gravity de Steven Price, con vocalizaciones a pleno pulmón de Sancruz, y una sensacional suite de Origen de Zimmer, con impagables aportaciones de Rafa Martínez Rodríguez al bajo eléctrico.

Anaís Sancruz entonó con ferviente teatralidad y voz arrolladora, no exenta de dulces matices y rutilantes inflexiones, Parte de tu mundo, dentro de una jubilosa suite de La sirenita de Alan Menken, en la que no faltaron en excelentes versiones instrumentales Besa a la chica, Pobres almas en desgracia y Bajo el mar, arropadas por el excelente trabajo de los responsables de la percusión. El divertido tema de Loca academia de policía de Robert Folk sirvió como propina, antes de despedirse con el inevitable Cantina Band que han convertido en himno de la orquesta e incluso se repite en cada uno de los discos que graban para la posteridad.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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