Concierto nº 4 del ciclo Gran Sinfónico de la temporada 2024-25 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. José María Gallardo del Rey, guitarra. Karel Mark Chichon, director. Programa: Ariel, el espíritu del aire, de Noelia Lobato; Concierto de Aranjuez, de Rodrigo; Selección de las Suites I y II de Romeo y Julieta, de Prokófiev. Teatro de la Maestranza, jueves 21 de noviembre de 2024
Foto. Marina Casanova |
Ayer
y hoy por la tarde se ha quitado esa espinita con un concierto en el que brilló
más la segunda parte que una primera protagonizada junto al guitarrista José María Gallardo del Rey y una
Sinfónica cuya regeneración se hace cada vez más patente, llenándonos de gozo y
corroborando la buena labor que sus maestros y maestras han ejercido durante
estos más de treinta años para consolidar
el conjunto y dejar en buenas manos su futuro.
El
concierto arrancó con una pieza muy admirada del director, que él mismo estrenó
en 2015 junto a la Sinfónica de la Radio de Saarbrücken. Se trata de Ariel, el espíritu del aire, de la compositora sevillana Noelia Lobato,
basada en el personaje de La tempestad
de Shakespeare, que demuestra la influencia que la música de cine tiene en los
jóvenes compositores y compositoras, especialmente cuando apenas se apartan de
la gramática tonal. En este caso se trata de una suite dentro de otra con más
personajes de la obra, que recorre
distintos estados de ánimo con un dominio de la orquestación, del drama y
de la articulación que permitió a la
ROSS lucirse con ahínco y flexibilidad.
Un
guitarrista meticuloso y sentimental
Nacido
en Barcelona, a Gallardo del Rey podemos considerarlo sin embargo como un
sevillano de pura cepa. Aquí ha disfrutado de toda su vida profesional, y desde
aquí se ha proyectado al resto del mundo,
donde ha llegado a compartir escenario con algunos de los músicos más importantes
del panorama clásico, como Yehudi Menuhin, Seiji Ozawa, John Williams o
Jean-Pierre Rampal. Su manera de abordar
el celebérrimo Concierto de Aranjuez
no nos sorprendió como sí lo hizo cuando lo tocó junto a John Axelrod en
2016.
Si
acaso notamos en él una mayor contención
a la hora de adornar con profusas florituras y dar a la pieza un toque aflamencado
de la que apreciamos en aquella anterior comparecencia. Pero la suya siguió
siendo una lectura respetuosa,
técnicamente impoluta, virtuosa, y tan majestuosa como sentimental, a la
que Chichon se adhirió con cierta frialdad, de forma que ni el allegro con spirito fue un dechado de
colorido y variedad rítmica, ni el adagio
llegó a conmover en su archiconocido tutti
final.
El
allegro final fue lo más destacado, más vivaz y con el solista aprovechando sus
pulsiones rítmicas para ofrecer una
lectura ágil y enérgica. Buena muestra de su versatilidad, como propina
ofreció un homenaje a Django Reinhardt de su propia cosecha, resuelta con el
estilo y la gracia del guitarrista belga, al fin y al cabo un gipsy en toda regla.
Una
rabiosa recreación de Romeo y Julieta
Tres
danzas, Madrigal, Minueto y Máscaras, entre la pompa, la sensualidad y el misterio, precedieron una
hermosísima recreación de la escena del
balcón, de líneas sinuosas y espíritu cándido. Y después de la dramática escena de la tumba, pura fuerza y vitalidad en una vertiginosa página final, La muerte de Tebaldo. La agitada
gestualidad de Chichon y la más que efectiva y responsable respuesta de la
orquesta logró una interpretación de
esta selección brillante y ejemplar, dentro de un concierto cuyas recaudación
irá a paliar las consecuencias de la DANA en Valencia, una iniciativa de las
cuatro grandes orquestas andaluzas.
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