viernes, 22 de noviembre de 2024

CHICHON, GALLARDO DEL REY, RABIA Y CONTENCIÓN

Concierto nº 4 del ciclo Gran Sinfónico de la temporada 2024-25 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. José María Gallardo del Rey, guitarra. Karel Mark Chichon, director. Programa: Ariel, el espíritu del aire, de Noelia Lobato; Concierto de Aranjuez, de Rodrigo; Selección de las Suites I y II de Romeo y Julieta, de Prokófiev. Teatro de la Maestranza, jueves 21 de noviembre de 2024

Foto. Marina Casanova

A pesar de aquellos tiempos en los que se postulaba como director titular de la ROSS, se hizo hermano de la Macarena junto a su esposa Elina Garança, que recientemente nos ha dado un varapalo al apearse de una Carmen con la que según ella no se había comprometido, y como Patrice Chereau, adquirió un inmueble en Sevilla, Karel Mark Chichon no se había puesto frente a la orquesta.

Ayer y hoy por la tarde se ha quitado esa espinita con un concierto en el que brilló más la segunda parte que una primera protagonizada junto al guitarrista José María Gallardo del Rey y una Sinfónica cuya regeneración se hace cada vez más patente, llenándonos de gozo y corroborando la buena labor que sus maestros y maestras han ejercido durante estos más de treinta años para consolidar el conjunto y dejar en buenas manos su futuro.

El concierto arrancó con una pieza muy admirada del director, que él mismo estrenó en 2015 junto a la Sinfónica de la Radio de Saarbrücken. Se trata de Ariel, el espíritu del aire, de la compositora sevillana Noelia Lobato, basada en el personaje de La tempestad de Shakespeare, que demuestra la influencia que la música de cine tiene en los jóvenes compositores y compositoras, especialmente cuando apenas se apartan de la gramática tonal. En este caso se trata de una suite dentro de otra con más personajes de la obra, que recorre distintos estados de ánimo con un dominio de la orquestación, del drama y de la articulación que permitió a la ROSS lucirse con ahínco y flexibilidad.

Un guitarrista meticuloso y sentimental

Nacido en Barcelona, a Gallardo del Rey podemos considerarlo sin embargo como un sevillano de pura cepa. Aquí ha disfrutado de toda su vida profesional, y desde aquí se ha proyectado al resto del mundo, donde ha llegado a compartir escenario con algunos de los músicos más importantes del panorama clásico, como Yehudi Menuhin, Seiji Ozawa, John Williams o Jean-Pierre Rampal. Su manera de abordar el celebérrimo Concierto de Aranjuez no nos sorprendió como sí lo hizo cuando lo tocó junto a John Axelrod en 2016.

Si acaso notamos en él una mayor contención a la hora de adornar con profusas florituras y dar a la pieza un toque aflamencado de la que apreciamos en aquella anterior comparecencia. Pero la suya siguió siendo una lectura respetuosa, técnicamente impoluta, virtuosa, y tan majestuosa como sentimental, a la que Chichon se adhirió con cierta frialdad, de forma que ni el allegro con spirito fue un dechado de colorido y variedad rítmica, ni el adagio llegó a conmover en su archiconocido tutti final.

El allegro final fue lo más destacado, más vivaz y con el solista aprovechando sus pulsiones rítmicas para ofrecer una lectura ágil y enérgica. Buena muestra de su versatilidad, como propina ofreció un homenaje a Django Reinhardt de su propia cosecha, resuelta con el estilo y la gracia del guitarrista belga, al fin y al cabo un gipsy en toda regla.

Una rabiosa recreación de Romeo y Julieta

En la segunda parte, Chichon dirigió ocho movimientos de los catorce que integran las dos suites que Prokofiev preparó para concierto de su ballet Romeo y Julieta, de nuevo con Shakespeare de cabecera. Un recorrido que empezó con la pieza más conocida, Montescos y Capuletos o Danza de los caballeros, resuelta a gran velocidad y con furia desatada, a la que siguió la delicadeza y la transparencia de La joven Julieta.

Tres danzas, Madrigal, Minueto y Máscaras, entre la pompa, la sensualidad y el misterio, precedieron una hermosísima recreación de la escena del balcón, de líneas sinuosas y espíritu cándido. Y después de la dramática escena de la tumba, pura fuerza y vitalidad en una vertiginosa página final, La muerte de Tebaldo. La agitada gestualidad de Chichon y la más que efectiva y responsable respuesta de la orquesta logró una interpretación de esta selección brillante y ejemplar, dentro de un concierto cuyas recaudación irá a paliar las consecuencias de la DANA en Valencia, una iniciativa de las cuatro grandes orquestas andaluzas.


Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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