Dirección Carlos Marques-Marcet Guion Carlos Marques-Marcet, Clara Roquet y Coral Cruz Fotografía Gabriel Sandru Música María Arnal Intérpretes Ángela Molina, Alfredo Castro, Mónica Almirall, Ptricia Bargalló, Álvaro Prado, Manuela Biedermann, Valeria Scheilen, Oriol Genís, Lissy Pernthaler Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2024; en salas 15 noviembre 2024
Con el Premio Platform en la pasada edición del Festival de Toronto, la Espiga de Plata y una mención especial para su pareja protagonista, así como el premio Monica Vitti a la mejor actriz en el Festival de Roma, llega a las pantallas este extravagante film con el que Carlos Marques-Marcet parece cerrar su particular ciclo vital, tras analizar la pareja a larga distancia en 10.000 km y la paternidad en Los días que vendrán. Ahora le toca el turno a la muerte, y lo hace fijando su mirada en un matrimonio formado por una actriz y un director de escena, lo que añade teatralidad a la propuesta, cuando ella decide poner fin a su vida mediante muerte asistida en Suiza debido a una enfermedad terminal, y su marido adopta una insólita pero emotiva decisión al respecto.
Con esta línea argumental, el director de Tierra firme ofrece un doble análisis, el de la pareja madura y su responsabilidad ante la familia, con unos hijos que muestran sus gozos y miserias de la misma forma que se muestran egoístas e inflexibles a muy distinta manera y nivel. Por otro lado, es la pareja formada por Ángela Molina y el chileno Alfredo Castro (Desde allá, El club), quienes catalizan el interés de la pieza, desde el temperamento de ella y la contención de él, para poner el énfasis en el amor más puro y verdadero. Y mientras asistimos a este ritual de vida y muerte, de celebración y ocaso, se va dejando en evidencia lo corta de miras que pueden resultar leyes sobre la eutanasia como la que se ha adoptado en nuestro país, que limita lo que en cierto modo debería suponer libertad absoluta para el ser humano.
Los guionistas, entre ellos la también directora y habitual colaboradora del director, Clara Roquet (La libertad), engalanan la fiesta con una serie de números musicales al estilo de Bailar en la oscuridad, evidente incluso en alguna de las composiciones vanguardistas de María Arnal de corte industrial, en los que el baile contemporáneo espasmódico se alterna con el glamour clásico y caleidoscópico de Busby Berkeley, cortesía del coreógrafo Marcus Morau, todo lo cual convierte ésta en una película particular e inclasificable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario