miércoles, 7 de mayo de 2025

SEPTIEMBRE DICE Las hermanas tóxicas

Título original: September Says
Irlanda-Reino Unido-Alemania-Francia-USA 2024 100 min.
Guion y dirección
Ariane Labed, según la novela de Daisy Johnson Fotografía Batlhazar Lab Música Johnnie Burn y Molly Nilsson Intérpretes Mia Tharia, Pascale Kann, Rakhee Thakrar, Shane Connellan, Barry John Kinsella, Cal O’Driscoll Estreno en el Festival de Cannes 21 mayo 2024; en Irlanda 21 febrero 2025; en España 30 abril 2025


Con muchas películas a sus espaldas como actriz protagonista o secundaria, Ariane Labed debuta como directora de largometrajes con esta curiosa película que aspira a ser perturbadora para simplemente quedarse en algo distinto y entretenido. Se nota la influencia de su marido, Yorgos Lanthimos, que junto a Athina Rachel Tsanbin, bajo cuyas órdenes debutó en 2020 con Attenberg y ganó el premio a la mejor actriz en Venecia, se han erigido en principales artífices de su carrera cinematográfica, que se completa con otros y otras directoras inscritas también en este cine que podríamos denominar bizarro, y con los que ha recorrido media Europa, siendo ella mitad griega mitad francesa.

En Septiembre dice adapta una novela de Daisy Johnson sobre la compleja relación entre dos hermanas influidas por una madre diferente, mujer artista e independiente con una forma muy particular de ver la vida y el mundo en el que vivimos. Pero incluso a ella se escapa esa relación tan deforme y particular que informa a las dos jóvenes, de dominación no exenta de sadomasoquismo, pero también de protección y una férrea colaboración que va tejiendo poco a poco un especial trastorno en la supuestamente más débil.

El acoso escolar o el despertar a la sexualidad se van constituyendo en episodios más o menos sólidos que en su conjunto conforman una película que se deja ver como experiencia diferente y entretenida. Una cinta que acaba en su discruso y su narrativa siendo más convencional de lo que en principio podría parecer, pero que a la larga no aporta gran cosa ni parece tener claro su horizonte, aunque en el camino algún que otro giro pueda hacer las delicias de quienes buscan lo inesperado en las historias de alguna forma extraordinarias.

domingo, 4 de mayo de 2025

LA BUENA LETRA La mujer prudente y los sueños robados

España 2025 110 min.
Guion y dirección
Celia Rico Clavellino, según la novela de Rafael Chirbes Fotografía Sara Gallego Música Marina Alcantud Intérpretes Loreto Mauleón, Enric Auquer, Roger Casamajor, Ana Rujas, Teresa Lozano, Sofía Puertas, Gloria March Estreno en el Festival de Málaga 14 marzo 2025; en salas 30 abril 2025


Tercer largometraje de la sevillana Celia Rico Clavellino, que después de centrar su atención en las relaciones maternofiliales (Viaje al cuarto de una madre, Los pequeños amores), realiza su primera adaptación literaria y película de época, concretamente la inmediata posguerra española. Loreto Mauleón, por fin en un papel protagonista tras sorprendernos en trabajos como Patria, da vida a una mujer cuyo único fin y objetivo en la vida parece ser trabajar sin descanso, única manera de mantener el equilibrio en uno de tantos hogares destrozados anímicamente por la guerra. Todo se desarrolla en un pueblo de interior valenciano, uno de tantos lugares en los que la difícil convivencia entre vencidos y vencedores se desarrolla en un ambiente de miseria y falta de recursos tan palpable como la tristeza que todo lo inunda. Mauleón da vida a una joven ama de casa que pone toda su voluntad y talento al servicio de cada tarea que se propone, ya sea cocinar, coser, educar a su hija… trabajar sin descanso como único motor de quien, como a tantas otras personas, la guerra y la sinrazón le han robado los sueños y la esperanza. Una forma, en definitiva, de engañar y engañarse a sí misma, sin buscar otros horizontes, que quizás le hayan sido prohibidos.

Siguiendo un patrón de cine costumbrista, clásico y pictórico, evidente por ejemplo en el tratamiento de su principal personaje, la directora y autora del guion consigue sumergirnos en el ambiente, vivirlo como si estuviéramos ahí, sin buscar tanto la emoción como la complicidad, e incluso la perplejidad ante algo que creemos conocer de sobra pero que nunca resulta suficiente recordarlo, quizás con el fin de que las nuevas generaciones sepan de verdad lo que puede llegar a destruir el fascismo, la negrura, la falta de compasión y de humanidad que acarrea. La película se estructura en capítulos que siempre hacen alusión a Ana, la mujer prudente que todo lo observa, y nosotros y nosotras con ella, con esa buena letra que imprime a todos sus quehaceres, sin salirse del renglón, procurando no decepcionar a nadie, aunque a ella haga tiempo que le decepcionó la vida. La llegada de una segunda mujer, su cuñada, insuflará de aire fresco y provocación su rutina marchita y organizada, quizás para revolucionarla y lograr que se haga preguntas y quién sabe si resolverlas.

Todo siempre desde la observación, la discreción y esa misma prudencia que lidera la vida de la joven y abnegada protagonista, una de tantas madres que quedaron en el triste recuerdo de un país al que cuarenta años de dictadura aún hace mella. Celia Rico desborda talento en esta su tercera película, para la que una mención especial en el Festival de Málaga se le queda manifiestamente corta, mientras revela que entre sus grandes referentes se encuentra Víctor Erice, para quien los recuerdos familiares del pasado, incluidas esas canciones que emergen de la radio y esos bailes que coronan una primera comunión tan en paralelo a El sur, tanto marcaban en su cine como lo hacen en el de esta imprescindible directora de Constantina.

LA HISTORIA DE SOULEYMANE La maquinaria de la impotencia

Título original: L’histoire de Souleymane
Francia 2024 92 min.
Dirección
Boris Lojkine Guion Boris Lojkine y Delphine Agut Fotografía Tristan Galand Intérpretes Abou Sangare, Nina Meurisse, Younoussa Diallo, Amadou Bah, Emmanuel Yovanie, Alpha Oumar Sow, Keita Dialo Estreno en el Festival de Cannes 13 mayo 2024; en Francia 9 octubre 2024; en España 30 abril 2025


En su tercer largometraje como director, Boris Lojkine insiste en su particular fascinación por el drama africano, pero esta vez en lugar de viajar al castigado continente (Hope, Camille), se centra en las calles parisinas, donde un inmigrante sin papeles prepara su examen para lograr el reconocimiento de refugiado político, a la vez que recorre sin descanso las calles de la capital francesa llevando pedidos de comida en su bicicleta. La película no disimula su aspecto semi documental mientras estructura su narración en tres tiempos bien reconocibles. Un primero en el que se presenta el personaje, su objetivo y su preparación, centrándose fundamentalmente en ese ir y venir sin tregua por las calles nocturnas de pedido en pedido, con peaje en varias situaciones puntuales que tejen bajo un prisma preciso y casi esquemático el universo al que se enfrenta cada noche. 
En un segundo tiempo, nos introduce en las desavenencias con la gente de su propia raza y condición, problemas de carácter económico, mafias básicas en las que preparar un examen o disfrutar de una cuenta para trabajar como repartidor, tienen su precio. Y en el tercero, finalmente este héroe anónimo, carne de supervivencia, se enfrenta a la tan temida entrevista.

Y durante todo el periplo vamos conociendo historias de solidaridad, una maquinaria con la que hoy cuentan las grandes ciudades de nuestro entorno, con la que se intenta paliar en la medida de lo posible la grave situación que sufren cada día millones de inmigrantes y refugiados de todo el mundo, evidenciando cierta impotencia y desgaste humano. Asistimos también al proceso de renuncia que experimenta el protagonista, un joven Abou Sangare que con este papel logró el pasado año premios de interpretación en los Cesar, Cannes, Gijón y los Premios Europeos del Cine.

Lojkine imprime ritmo y pasión a un trabajo impecable en sus idas y venidas, que nos hace partícipes de las desventuras del joven guineano, aunque en el desarrollo experimentemos esa sensación de ya visto y de típica acumulación de desgracias que apenas da respiro a la experiencia personal de uno de tantos desheredados de una Tierra que hace mucho decidimos que sólo nos pertenecía a unos pocos. Otros tres César (mejor actriz revelación para Nina Meurisse, la atenta y expresiva entrevistadora, el guion original y el montaje) y el Premio del Jurado en la sección Un certain regard de Cannes, completan su valioso y abultado palmarés.

sábado, 3 de mayo de 2025

FELIZ RECUPERACIÓN DE MARIA PADILLA

Maria Padilla. Ópera en tres actos de Gaetano Donizetti, con libreto de Gaetano Rossi. Sasha Yankevych, dirección musical. Íñigo Sampil, director del coro. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro del Teatro de la Maestranza. Con Kristina Mkhitaryan, Silvia Tro Santafé, Francesco Demuro, Andrey Zhilikhovsky, David Lagares, Oscar Oré, Julio Ramírez y Carolina Rotela. Teatro de la Maestranza, viernes 2 de mayo de 2025

Kristina Mkhitaryan y Andrey Zhilikhovsky

Ayer hizo justamente treinta y cuatro años que el Maestranza abrió sus puertas al público por primera vez. Fue de la mano de Vjekoslav Sutej y la Sinfónica, junto al inimitable Rafael Orozco, para ofrecernos el segundo de Rachmaninov y Scherezade de Rimski-Korsakov, sólo ocho días antes de que la gala protagonizada por las más rutilantes voces españolas del momento inaugurara oficialmente el coliseo del Paseo Colón.

El emplazamiento del elenco protagonista de Maria Padilla frente al público y con el Coro del Maestranza detrás, podía evocar el recuerdo inmarchitable de aquella velada gloriosa. Las voces, por su parte, sin gozar ni de lejos de la popularidad de aquellas autoridades convocadas, sí que lo hicieron de rotunda maestría, belleza canora y entrega absoluta a lo que fue un feliz redescubrimiento en Sevilla, esta ópera que Donizetti ambientó en nuestro Alcázar.

En la vida tantas cosas son cuestión de suerte. Maria Padilla nada tiene que envidiar a sus hermanas las reinas inglesas, ni mucho menos a su gemela La favorita, el otro título donizettiano ambientado en la ciudad de la Giralda. Es más, en muchos aspectos supera con creces a estas óperas aludidas, que gozan de mantenerse férreas en el repertorio, mientras la dedicada a la amante, y reina después de muerta, de Pedro I el Cruel, hace ya mucho que feneció de forma harto inexplicable, como quedó demostrada en la sensacional noche de ópera que vivimos ayer.

Mkhitaryan y Silvia Tro Santafé

Fue un éxito en su estreno en Milán en 1841, y visitó multitud de plazas en los años siguientes, incluida Sevilla y su llorado Teatro San Fernando. Luego, cayó en el más absoluto olvido, y ahora apenas se puede disfrutar en las contadas grabaciones que de ella se han realizado, siempre desde la humildad, siendo la de Ópera Rara la más recurrente, con Alun Francis al frente de la Sinfónica de Londres.

Precisamente la edición si no crítica, sí lo más parecido posible, de este sello discográfico, fue la utilizada para esta recuperación en versión concierto que pudimos disfrutar anoche en el Maestranza. Una versión que combina segmentos alternativos, descartes y postizos obligados según las distintas representaciones que de ella se celebraron en el siglo XIX, sin por ello traicionar su precisa dramaturgia, trasunto de una historia que, debido a las múltiples fuentes históricas, resulta mucho más farragosa en la vida real.

Ópera en mayúsculas

Para poner en pie esta acertada iniciativa, se contó en un principio con una batuta especializada en el universo de Donizetti, el italiano Riccardo Frizza. Pero apenas unos días antes de la representación, el maestro canceló por motivos de salud, sustituyéndole el joven ucraniano Sasha Yankevych, que con el tiempo en contra ha logrado ponerla en pie con el mejor de los resultados posibles.

En sus manos, la orquesta sonó voluptuosa, siempre elegante, sin estridencias ni vehemencia, logrando que en ningún momento se eclipsaran las voces. Claro, que en esto último tuvo mucho que ver colocarse en el foso y no detrás de los solistas como suele ser habitual en las óperas en concierto. Una solución que ya se adoptó con el recital de Radvanovsky y Beczala y que a nuestro juicio resta espectacularidad al conjunto.

Sasha Yankevych

De la ingente cantidad de óperas que conforman el catálogo del compositor de Bérgamo, pocas son en proporción las que siguen en el repertorio. Esta ópera redescubierta demuestra que quizás debieran ser más las que gozasen de ese privilegio. Gracias a la atenta y meticulosa dirección de Yankevich y los excelentes resultados que bajo su control exhibieron los diversos instrumentos solistas, pudimos disfrutar en toda su extensión de la belleza de una partitura rica en arias, ariosos, arietas, dúos, cabaletas, corales y otros números resueltos con excelencia y brillantez.

En este sentido, conviene destacar el sensacional trabajo del Coro del Maestranza en las numerosas y generosas piezas que se le dispensan, algunos con solemnidad de estilo schubertiano y otros con inequívoco sabor ibérico, alegre y desenfadado, como ese bolero con el que arranca el segundo acto. Ellos y ellas fueron caballeros, nobles, gente del pueblo y de la corte, debiéndose en gran parte a su trabajo esas subidas de tensión que protagonizan los finales de cada acto.

Un formidable conjunto de voces

Poco o nada hubiera lucido esta recuperación sin el trabajo preciso, excelente, de las voces convocadas al efecto. Ellas y ellos lograron que cada número brillara por derecho propio, de forma que resultara inexplicable que muchas de sus arias y piezas de conjunto no hayan pasado al repertorio de grandes éxitos operísticos.

Excelsa y elegante, así lució la soprano Kristina Mkhytarian, una voz con mucho cuerpo y una presencia escénica fascinante, que dominó agilidades de forma holgada y afrontó las numerosas dificultades de su papel con solvencia y fluidez. Ya fuera en solos o en dúos, así como cuartetos y sextetos, su voz alcanzó momentos de rutilante belleza. Sorprendió mucho la fuerza vocal, la rotundidad no reñida con sensibilidad expresiva, del barítono moldavo Andrey Zhilikhovsky, que exhibió en todo momento una voz torrencial de bravura. Su dominio del papel del don Pedro lo demostró con creces en arias tan hermosas como Lieto fa voi ritorno.

Francesco Demuro y David Lagares

La valenciana Silvia Tro Santafé triunfó también como Inés, la hermana de la protagonista, seduciéndonos ya desde su inicial Al vostro puro omaggio, y conquistándonos definitivamente en Sorridi, oh sposo amato, gracias a un timbre agradable y unas agilidades generosas. Junto a Mkhytarian protagonizó momentos en pianissimi y filados de gran belleza y envergadura. Menos nos convenció el veterano Francesco Demuro, que aunque brilló también como Ruiz, el padre de la infortunada, exhibió cierto desgaste en su fraseo, no obstante resolver con altura arias como Il sentiero di una vita y su ligada calabeta Una gioja ancor mi resta.

El resto cumplió con satisfacción, desde la voz rotunda y profunda de David Lagares a la más pequeña pero expresiva de Óscar Oré, y los breves pero muy logrados trabajos de Julio Ramírez, miembro del coro, y Carolina Rotela. Todos y todas al servicio de una noche de ópera excelsa e inolvidable.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

BIENVENIDO A LA MONTAÑA Blanca felicidad

Título original: Un mondo a parte
Italia 2024 112 min.
Guion y dirección
Riccardo Milani Fotografía Saverio Guarna Música Piernicola Di Muro Intérpretes Antonio Albanese, Virginia Raffaele, Sergio Megrossi, Elisa di Eusanio, Claudio di Pasqualis, Mauro Marino, Corrado Oddi, Alessandra Barbonetti Estreno en Italia 28 marzo 2024; en España 30 abril 2025


Echando un vistazo a la extensa filmografía de Riccardo Milani se llega a dos conclusiones. La primera es que se caracteriza por su buena voluntad y sus humanitarios instintos, la otra es que su actor fetiche es Antonio Albanese. Incluso se encargó del remake italiano de aquel Mamá o papá francés que también conoció versión española. En Un mundo aparte, traducción literal del título original, aquí bautizado con el más oportunista Bienvenido a la montaña, un profesor hastiado de la vida urbanita, de la idiosincrasia de los repelentes e ineducados niños y niñas de la gran ciudad, decide trasladarse a una pequeña localidad en Abruzzo, donde la vida es más sencilla, que no fácil por las inclemencias climáticas.

A partir de ahí asistimos al proceso de aclimatación del profesor, su felicidad a costa del medioambiente cuya salvaguarda resulta más posible y responsable que en Roma y esas grandes ciudades donde habita la mayor parte de la población mundial. Para a continuación, en su segunda parte, enfrentarse a la corrupción inmobiliaria y las zancadillas burocráticas que nos asfixian y logran acabar con ese auténtico bienestar que tanto se desprecia a favor de la riqueza inmediata y la dictadura del dinero. Dos partes que convergen en un canto voluntarioso y eficiente de la colectividad, la diversidad, el abrazo a la inmigración y la riqueza cultural y social que aporta, todo dentro de unas coordenadas en las que impera la amabilidad y los buenos sentimientos.

Lástima que en el proceso se eche mano tan a menudo de clichés, que el conjunto resulte previsible y que se salpique de episodios innecesarios que restan credibilidad al conjunto. Entre lo más entrañable, que como rezan sus ilustrados títulos finales, la mayoría del reparto proceda del pueblo retratado, Pescasseroli, o de las culturas abrazadas en su desarrollo, ucranianos y marroquíes, con indicación expresa de dónde nacieron cada uno y una de sus intérpretes, profesionales y amateurs.

viernes, 2 de mayo de 2025

OTRO PEQUEÑO FAVOR Entretenimiento ligero y sofisticado

Título original: Another Simple Favor
USA 2025 120 min.
Dirección Paul Feig Guion Darcey Bell, Jessica Sharzer y Laeta Kalogridis Fotografía John Schwartzman Música Theodore Shapiro Intérpretes Anna Kendrick, Blake Lively, Allison Janney, Michele Morrone, Elena Sofia Ricci, Alex Newell, Andrew Rannells, Kelly McCormack, Henry Golding, Joshua Satine, Ian Ho, Elizabeth Perkins, Bashir Salahuddin Estreno en Amazon Prime 1 mayo 2025


Para quienes sólo pretendan pasar un par de horas entretenidas, de forma ligera y sin muchas complicaciones, llega esta secuela de una comedia de intriga ingeniosa y sofisticada que se estrenó hace seis años en salas. Su distribución ahora se limita a plataformas domésticas digitales y su responsable vuelve a ser Paul Feig, que desde aquella infame y grosera La boda de mi mejor amiga, ha ido suavizando paulatinamente sus formas, con Espías, Cazafantasmas (2016), Un pequeño favor y la cursilona Last Christmas marcando ese camino de progresiva redención.

La película vuelve a reunir a las dos amigas enemigas que incorporan con oficio y acierto la simpática Anna Kendrick y la siempre fascinante Blake Lively, que junto a su extravagante y a menudo delirante vestuario, es uno de los alicientes de la cinta, además de su localización en la isla de Capri, potenciando toda la sofisticación posible, que incluye un elenco italiano de considerable atractivo comercial. Todo al servicio de una intriga disparatada en la que lucen algunos increíbles efectos visuales y en la que impera la luz, fuera y dentro, a veces hasta el extremo de parecer más un producto televisivo que puramente cinematográfico.

No obstante, se disfruta en la medida en que se admire a sus protagonistas, sus hermosas localizaciones y su esmerada sofisticación, siempre lejos de la película a la que sirve de secuela, más fresca y atrevida, aunque en el fondo abunden también los diálogos y las situaciones disparatadas, con todo el descaro al antojo de su equipo artístico y de producción.

jueves, 1 de mayo de 2025

LA MUJER MASOQUISTA A SOLAS CON MARILYN

A solas con Marilyn. Ópera de cámara. David del Puerto, música, guitarra eléctrica y dirección musical. Alfonso Zurro, texto. Ricardo Campelo Parabavides, dirección escénica y videocreación. Rhina, vestuario. Luiggi Falcone, iluminación. Ruth González, soprano. Blanca Valido, mezzosoprano. Ana María Alonso, viola. Coproducción de Teatro Xtremo y Ópera de Tenerife, con el apoyo del Festival de Ópera de Cámara de la Comunidad de Madrid, Ópera en Minúscula y Proyecto Verdi. Teatro de la Maestranza, miércoles 30 de abril de 2025


No podemos sino manifestar nuestra perplejidad, una vez más, ante un espectáculo perpetrado por quienes se sienten modernos y progresistas y no hacen sino errar conceptos echando mano, quizás inconscientemente, de viejos y devaluados clichés que no hacen sino perpetuar situaciones indeseables. Le ocurre a esta ópera de cámara, en cierto modo ambiciosa porque son muchas las entidades implicadas en su realización, cuenta con unos recursos técnicos holgados, el texto de un autor de la fama y el reconocimiento que acuña Alfonso Zurro, y la música detallista y combinada del Premio Nacional David del Puerto.

Llama la atención que en su puesta en escena sean tres las mujeres que la hacen realidad, dos voces y una viola, más la guitarra eléctrica de la que se hace cargo el propio compositor, pues se trata de una obra conceptual que pretende jugar más al psicoanálisis que a la dramaturgia, y para que quede claro ahí están esas manchas freudianas que de vez en cuando aparecen en la pantalla digital que sirve de telón escénico, en la que precisamente tres son los estereotipos de mujer que entran en juego, y ninguno positivo. Lo que demuestra que sin ser conscientes, seguimos anclados en muchos aspectos en ideologías vetustas, rancias y descoloridas, como cuando la mujer era sistemáticamente sacrificada por amor en tantos títulos operísticos decimonónicos. En dicha pantalla podemos seguir a través de la archiexperimentada técnica de la grabación en directo, los detalles de la puesta en escena. 


Una de las mujeres está atormentada y se siente profundamente desgraciada por el abandono de su marido. Despechada hasta el punto de recrear el mito de Medea, como si no supiéramos que tanto la brujería como la violencia vicaria ni muchísimo menos es patrimonio de la mujer, que incluso es el hombre quien más la ejerce y la ha ejercido. Otra se permite disfrutar del sexo de las formas más variadas, aunque ella las considera una y otra vez perversiones. Y la otra, una Marilyn Monroe que aparece en multitud de poses tanto en pantalla como en un libro que es radicalmente destrozado en escena, parece representar a esa otra mujer también desdichada, rol que ya parece imposible sustraerle a la pobre Norma Jean, pero a la vez femme fatale y roba maridos, más por su apariencia frívola que por su histórica conducta sentimental.

Como puede observarse, tres estereotipos machistas de la mujer en pleno siglo XXI. Pero qué se puede esperar cuando llevamos tantos días pendientes mediáticamente del fallecimiento de un Papa, por mucho que se pretenda fuera tan bueno y progresista. Estas tres mujeres, dos en escena, la otra como presencia testimonial, se mueven por un escenario vejatorio, una especie de cámara de tortura para que quede aún más clara su via crucis,  en el que exhiben su físico hasta límites pudorosos, y cantan o declaman embadurnadas en leche, agua, tinta y sangre falsa, tal es la pretensión estérilmente provocadora de su director de escena. Aunque a algunos lo único que nos provoca y repugna es que un hermoso libro de fotografías de Marilyn se destroce cada vez que se pone en escena le función.


A la soprano canaria Ruth González la hemos visto en Sevilla en papeles secundarios en La tabernera del puerto de Sorozábal, Alcina de Haendel y Jenufa de Janácek. Mantiene el tipo valientemente durante toda la función, a pesar de las circunstancias y de portar en la primera mitad una espantosa peluca lejos del tinte natural que exhibe en estas fotografías de archivo. Pero denota un timbre discretamente impostado, que en algunos pasajes, cantados de forma sobria y homogénea, nos traslada a una estética lírica de carácter veladamente zarzuelero. Con una voz rotunda y autoritaria, la mezzo también canaria Blanca Valido, que tanto nos gustó cuando participó junto a la Film Symphony Orchestra en el espectáculo Fénix de 2021, incorporó a una compañera de trabajo 
de la desdichada protagonista, cajera de supermercado, como voz de la conciencia y supuesta animadora sexual de la misma.

La música de David del Puerto fue quizás, sin grandes aspavientos, lo mejor de la propuesta, con esa combinación de técnicas tradicionales, complejas armonías y estéticas tonales y melódicas junto a sonoridades inquietantes pregrabadas y distorsiones de los dos únicos instrumentos en escena, logrando si no una partitura audaz y atrevida, sí al menos cierta creatividad en un trabajo ecléctico y puntualmente matizado. Lástima que estuviera al servicio de otro de esos textos mal enfocados de un autor demasiado mimado para la cantidad de veces que cae en visiones trasnochadas y rancias de realidades que seguramente pretende ilustrar de forma más acorde a nuestro tiempo, sin conseguirlo.