Argentina 2012 80 min.
Guión y dirección Carlos Sorín Fotografía Julián Apezteguía Música Nicolás Sorín Intérpretes Alejandro Awada, Victoria Almeida, Diego Caballero, Óscar Ayala, Daniel Keller, Martín Galíndez Estreno en España 15 marzo 2013
Con apenas un puñado de películas, entre las que destacan Historias mínimas, Bombón el perro, La ventana y El gato desaparece, Carlos Sorín de ha forjado un universo cinematográfico propio en el que los sentimientos y las relaciones humanas son tratadas con tanta sensibilidad como sentido del ritmo y el detalle. Con Días de pesca (lo de Patagonia es un añadido de nuestros ingeniosos distribuidores), presente en la sección oficial del pasado Festival de San Sebastián, Sorín propone un viaje interior y exterior con un protagonista que acaba de superar una adicción. Los inmensos y desolados paisajes de la Patagonia son retratados con un mimo por la luz y el encuadre que convierte prácticamente cada fotograma en una satisfacción para nuestros sentidos, invitándonos de paso a visitar semejantes parajes. El encuentro con el mar, con la relajación de unas vacaciones, con la afabilidad de las gentes que pueblan sus escenarios, incluido un inmaculado hospital, crean una atmósfera de desenfado y agradabilidad que se manifiesta en todo su esplendor cuando una mochilera sugiere que quizás algunas veces soñamos cuando creemos estar viviendo. Nuestro protagonista hace este viaje con dos objetivos: le ha sido recomendado practicar un hobby y él se ha decantado por la pesca; al mismo tiempo intenta recuperar el cariño de una hija sobre cuya relación parece existir un drama en el pasado que no se nos revela y sobre el que toda especulación es válida, ya que respecto al personaje central solo se nos dan claves de amabilidad y sensibilidad que no encajan con ese probable turbio pasado, o puede que su adicción molestara demasiado. Quizás nos encontramos ante un nuevo caso de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, manifestado en el momento en que a petición de la hija entona Che gelida manina de La Bohème generando en ella tanta ternura como irritación. Lo cierto es que el hombre ha ido a la Patagonia a pescar, sean tiburones o la familia perdida. Pero no para devorarlos sino para hacer deporte, para conseguir su propósito y después dejar libre a la presa, como podemos observar en un documental sobre la especialidad. Lo que verdaderamente importa es saber si estamos o no solos, esa es la luz que ilumina el paisaje, la película y el alma de este pobre condenado, que podrá resignarse a continuar el viaje en solitario, pero no a prescindir del cariño de quienes verdaderamente le importan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario