Raquel Lojendio, soprano. Anna Tobella, mezzosoprano. David Alegret, tenor. Marco Vinco, barítono. Pedro Halffter, director. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Programa: Réquiem K. 626 de Mozart. Teatro de la Maestranza, viernes 22 de marzo de 2013
Anna Tobella |
Programar el Réquiem de Mozart es un arma de doble filo. Por un lado su popularidad y universal aceptación hace que su propuesta sea siempre un éxito de público, como lo demostró el lleno absoluto que registraba el Teatro de la Maestranza; por otro lado es una de esas partituras que mucha gente conoce tan al dedillo que cualquier desliz o imprecisión en su interpretación es fácilmente descubierto, comparado y criticado. No fue el caso de esta tercera ocasión, si la consulta de archivos no nos ha fallado, en que la interpreta la ROSS, y primera en la que lo hace el Coro del Maestranza aunque parezca mentira. En el año inaugural de la Sinfónica, 1991, lo dirigió el austriaco Gert Meditz junto al Coro Príncipe de Asturias, y en 1999 fue Klaus Weise quien lo hizo junto al de Valencia. De modo que no se ha programado tanto como su popularidad podría en principio hacernos parecer.
La obra, escrita aunque no completada de su puño y letra por el genial compositor, entusiasmado ante la posibilidad de que le abriera las puertas para convertirse en maestro de capilla de la catedral de Viena, fusiona austeridad barroca y flexibilidad clásica con unas líneas melódicas tan sublimes que abrirían las puertas en un futuro próximo al Romanticismo.
David Alegret |
La versión de Halffter no fue tan nítida y cristalina como nos tiene acostumbrados. En compensación ofreció una lectura en la que primaron unos ataques contundentes e incisivos, una furia desatada, especialmente perceptible en el Dies Irae y el Confutatis, con enorme y muy nerviosa agitación de la cuerda aguda y espeluznante prestancia del coro, destacando el timbre espectral de las voces femeninas en el segundo. Llamaron también la atención los tempi rápidos y ágiles, en un estilo tan propio del clasicismo, del Introitus Requiem aeternam y el Domine Jesu del Offertorium, así como del precioso y perfectamente ensamblado Benedictus, aportación en estilo inconfundiblemente mozartiano de su alumno Franz Xavier Süssmayer.
Marco Vinco |
Raquel Lojendio, que en la función del día anterior fue sustituida por una indisposición de última hora por la soprano todoterreno Ruth Rosique con envidiable profesionalidad, exhibió una línea de canto segura y flexible, con ese bellísimo timbre que le caracteriza y el punto justo de modulación que requiere la partitura. La mezzo catalana Anna Tobella también evidenció un canto elegante y un hermoso timbre, ensombrecido por una proyección algo limitada, mientras el también catalán David Alegret moduló igualmente su voz con estilo y elegancia, haciendo gala de una hermosa voz, y solo en las notas más graves perdió capacidad de proyección. La parte baritonil del italiano Marco Vinco fue defendida en una tesitura más grave, oscura y potente, con autoridad y mucha personalidad. El coro estuvo inmenso, como cabía esperar, expansivo cuando correspondía, contenido cuando tocaba, preciso en todo momento. Director, tenor y bajo coincidieron en atuendo, con solo algunas pequeñas diferencias, añadiendo un toque de uniformidad a la puesta en escena de este satisfactorio concierto.
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