Dicen que en esta su última gira antes de que en julio se disuelvan definitivamente, el legendario Cuarteto Tokyo está tocando y sonando mejor que nunca. Sevilla ha tenido el privilegio de ser una de las plazas en las que tenga lugar esta última tournée, un logro sin duda mayestático de la dirección del Maestranza; y podemos corroborar que efectivamente hemos asistido al chaikosquiano canto del cisne de cuatro excelentes músicos.
Al Cuarteto y a Perianes les une casa discográfica y pasión por Beethoven, aunque ninguna de sus páginas estuviera presente en este concierto histórico. Henchido de generosidad, el pianista asumió que su intervención en esta ocasión debía quedar en un segundo plano, sin por ello tener que descuidar la intensidad y ensimismamiento que requiere esa cima de la música camerística que es el Quinteto de Brahms. Los miembros del Tokio respondieron con ataques contundentes, fraseos ágiles y vigorosos e intensidad expresiva, logrando dar equilibrio al conjunto en colores y línea melódica, con absoluta y exquisita nobleza.
Más etéreos sonaron en la primera parte, en la que interpretaron el Cuarteto K. 499 de Mozart con enorme lirismo y delicadeza, optando por resaltar sus aspectos más melancólicos. Mientras con la pieza de Webern destacaron las texturas que la hacen deudora de la Noche transfigurada de Schöenberg, en un ejercicio de virtuosismo interpretativo más próximo a lo fantasmagórico que a lo estrictamente espiritual. Hubo mucho rostro conocido de la música sevillana entre los asistentes, rindiendo pleitesía y un último adiós al mítico conjunto antes de continuar su gira por Europa y Estados Unidos hasta terminar en Oceanía su extraordinario itinerario de cuarenta años triunfales.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el martes 5 de marzo de 2013
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el martes 5 de marzo de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario