USA 2013 130 min.
Dirección Sam Raimi Guión Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire, según la novela de Lyman Frank Baum Fotografía Peter Deming Música Danny Elfman Intérpretes James Franco, Mila Kunis, Michelle Williams, Rachel Weisz, Abigail Spencer, Joel King, Zach Braff, Tony Cox, Bruce Campbell Estreno en España 8 de marzo de 2013
Precuela del clásico de Victor Fleming de 1939 El mago de Oz, que a su vez tuvo una secuela en 1985 dirigida por Walter Murch de título Oz, un mundo fantástico. En esta ocasión, salvando las distancias en tecnología y narrativa, se ha cuidado mucho mantener la iconografía del referente protagonizado por Judy Garland, de forma que el universo retratado resulte familiar, si bien combinado con la puesta en escena de la versión de Tim Burton de Alicia en el país de las maravillas. Aunque en esta historia sobre los orígenes del reinado del famoso mago no aparecen los personajes centrales del clásico de la Metro Goldwyn Mayer, surgen personajes secundarios que nos los recuerdan, como el león, los hombres de paja o caballos de lata. Pero lo verdaderamente significativo del film reside en su capacidad para trasladarnos a la infancia y disfrutar con su propuesta como si volviésemos a ser niños. Y es que contando con un reparto tan solvente y un director tan eficaz como Sam Raimi, curtido en el terror esperpéntico a través de títulos como Posesión infernal y sus secuelas o Arrástrame al infierno, y en héroes de cómic como Darkman o la trilogía de Spiderman, tenía que surgir cuanto menos un producto digno y bien manufacturado. James Franco y el trío de hechiceras están espléndidos, llenos de encanto y seducción, mientras Raimi se pone al servicio de toda la parafernalia artística que adorna un film visualmente impactante y emocionalmente entretenido. Como producto Disney que es, algunas de sus propuestas resultan sospechosamente evangelizadoras, sin embargo se agradece el carácter de celebración de la imaginación y la magia clásica que propugna; el ingenio y la habilidad por encima de la violencia que proclama como herramientas para vencer la opresión, la tiranía y la villanía. Entre sus numerosos aciertos merece destacarse la muñequita de porcelana china, llena de ternura e ironía.
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