Italia-Rumanía-Francia 2012 127 min.
Dirección Daniele Vicari Guión Daniele Vicari y Laura Paolucci Fotografía Gerardo Gossi Música Teho Teardo Intérpretes Claudio Santamaría, Jennifer Ulrico, Elio Germano, Davide Iacopini, Ralph Amoussou, Fabrizio Rongione, Renato Scarpa, Mattia Sbragia, Antonio Gerardi, Paolo Calabresi Estreno en España 10 mayo 2013
Hace una década se había alcanzado un estado del bienestar tal en el mundo occidental que podíamos permitirnos el lujo de protestar generosa y desinteresadamente en defensa de los más desprotegidos e indefensos del planeta. Las reuniones del G8, los países más industrializados y por extensión ricos del mundo, iban siempre acompañadas de manifestaciones antiglobalización que convocaban a miles de jóvenes estudiantes venidos de todos los países desarrollados. La que se celebró en Génova en julio del 2001, sólo un par de meses antes de que el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York cambiara el rumbo de la Historia y del nuevo milenio, provocó la mayor y más sangrienta represión policial hacia los antiglobalización que jamás se recuerde. Afortunada y sorprendentemente sólo hubo que lamentar un fallecido, pero los golpes, vejaciones, torturas y demás barbaridades a las que fueron sometidos jóvenes y no tanto, e incluso periodistas, simpatizantes o víctimas colaterales, provocaron estupefacción en el mundo entero, que prácticamente había olvidado los procedimientos del fascismo, y unas consecuencias penales no enteramente satisfactorias para la gravedad de los hechos. Hasta la fecha el cine de Daniele Vicari se ha movido entre el documental y la ficción, y este nuevo título bebe paralelamente de ambos géneros. A finales de los 60 y principios de los 70 el cine italiano se hizo eco de la denuncia política y social a través de títulos míticos de esa cinematografía, especialmente los dirigidos por Elio Petri, como La clase obrera va al paraíso o Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha. Salvando las distancias podríamos embarcar esta película en esa corriente, aunque evidenciándose la influencia en estética, forma y contenido, del cine espectáculo norteamericano. Lo que Aministía Internacional denunció entonces como “la más grave suspensión de derechos democráticos en un país occidental desde la Segunda Guerra Mundial” recibe en este film un tratamiento quizás tendencioso, duro, sádico y tremendamente desagradable, pero a nadie a estas alturas escapa el hecho de que la policía reserva sus efectivos más psicópatas y emocionalmente inestables para cargar contra el pueblo cuando las circunstancias lo hacen conveniente a la clase política y dirigente. No hace falta más que fijarnos en los últimos episodios de brutal violencia policial en relación con el 15M en ciudades españolas como Barcelona; las cámaras lo han recogido estremecedoramente en repetidas ocasiones. Por lo tanto se trata de un fenómeno que hay que denunciar y condenar, y todo recurso es poco para hacerlo. De cualquier modo Vicari ha contado con la documentación testimonial y técnica suficiente como para haber hecho una crónica lamentablemente plausible de la situación vivida en aquel verano en la capital de la Liguria italiana. Hoy desgraciadamente hemos perdido esa capacidad de generosidad y solidaridad con lo ajeno, y tenemos que reservar nuestros esfuerzos para luchar por nosotros y nosotras mismas, tal es el atropello continuo que venimos sufriendo a costa de una crisis de la que se nos acusa pero que está generando suculentos dividendos para quienes nos oprimen. Poco hemos avanzado desde aquella sociedad feudal del Medievo. Por supuesto no faltarán quienes se apresuren a tildar a esta película como basura grosera e inmoral, olvidando el respaldo unánime que del público ha recibido en festivales como el de Berlín o el de Valladolid.
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