Para su reencuentro con solistas españoles, tras su fecundo paso por La Cámara Real, Enrico Gatti apostó por valores tan seguros como los de Mercedes Ruiz y Alejandro Casal, cuyas virtudes cuentan desde hace mucho con nuestra más sincera y absoluta admiración; la Barroca por su parte aumentó así su lista de ilustres invitados.
En un escenario tan novedoso como es el Antiqvarium, que de noche potencia su halo mágico y moderno acompañándose de unos elegantes juegos de luz y color, Gatti dejó claro su magisterio en la música italiana del siglo XVII anterior a Vivaldi, un repertorio que ha estudiado a fondo y ha recogido en una impresionante discografía. En el programa un significativo recorrido por la juventud de Corelli, su paso por la Academia Filarmónica Boloñesa, la Academia Arcadia romana y los compositores con los que coincidió allí y en los templos en los que trabajó.
El violín a menudo seco y áspero de Gatti, para quien la música barroca italiana representa un caleidoscopio de colores y emociones, se mantuvo siempre atento a la melodía, el contraste y la improvisación. Ruiz acentuó el sentimiento en las obras presentadas, sobrecogiéndonos en unos Ricercare y Sonata de Domenico Gabrielli, mientras Casal se reveló como elocuente orador y exhibió su presteza, precisión y buen gusto en unas Partite diverse di Follia de Pasquini. Pero las mejores piezas fueron las de Corelli, que aunque tempranas y poco divulgadas (no eran ninguna de sus op. 5), denotan ya su importancia como gran precursor de la sonata preclásica. Y los pasajes más bellos los numerosos graves y adagios con los que deleitaron a un público siempre atento y devoto.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el 3 de noviembre de 2013
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