Dirección Ron Howard Guión Peter Morgan Fotografía Anthony Dod Mantle Música Hans Zimmer Intérpretes Chris Hemsworth, Daniel Brühl, Alexandra Maria Lara, Olivia Wilde, Pierfrancesco Favino, Stephen Mangan, Christian McKay, Natalie Dormer Estreno en España 20 septiembre 2013
Especializado en retratar personajes reales – La reina, El último rey de Escocia, Las hermanas Bolena, La relación especial - el escritor británico Peter Morgan se alía de nuevo con el realizador norteamericano Ron Howard (Cocoon, Willow, Apolo 13, Una mente maravillosa, El código Da Vinci), tras la exitosa Frost contra Nixon: El desafío, para ofrecernos un duelo real e interpretativo entre dos ases de la Fórmula 1 de los años 70, Niki Lauda y James Hunt. Siendo niño el primero se me antojaba una figura mítica, recordando como un momento épico el accidente que sufrió en Nürburgring en 1976. Ahora su annus terribilis en continua confrontación con el piloto James Hunt se ha convertido en una gran y épica película que analiza con un ritmo vertiginoso, un portentoso montaje y un sensacional dominio de la estructura narrativa, la pasión por la vida como expresión de emoción hacia todo aquello que nos motiva, nos estimula y se convierte en razón inexcusable de nuestra existencia. Con unas excelentes interpretaciones de la pareja protagonista, una fidedigna ambientación y un guión modélico que combina a la perfección acción, deporte y drama intimista, Howard ha conseguido posiblemente su mejor película, sabiendo atrapar al espectador, sea o no aficionado a la disciplina deportiva que ilustra. Sin desmesura ni histerismo, dosificando inteligente y disciplinadamente la emoción que expiden sus muy valiosas imágenes y demás recursos en juego, el film se erige en una aventura y una crónica, con todos los ingredientes de uno y otro género, incluyendo significativas dosis de gran historia de amor en toda su plenitud, así como plasmación de una dependencia entre héroes, antagonistas en la pista, admiradores fuera de ella, el yin y el yan imprescindibles en todo orden natural. La modélica banda sonora de Hans Zimmer (ducho ya en el tema con la más blandita Días de trueno, hace dos décadas) también juega una buena baza para el impecable acabado estético y emocional del film. En definitiva se trata de una película emocionante, envolvente, viva y extraordinaria en toda la extensión del término.
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