Hace tres años que no escuchábamos a Amandine Beyer en Sevilla, cuando actuó junto a Gli Incogniti en el Femás de 2012. Ahora se ha puesto por primera vez al frente de la Orquesta Barroca para reafirmar el carácter jovial, enérgico e impetuoso que la formación ya tiene, y que informa el temperamento divertido y elocuente de la afamada violinista francesa.
Bajo el brazo un programa exclusivamente integrado por compositores franceses del dieciocho, con el peligro de caer en la monotonía inherente a un parnaso. Con Luis XV y la Capilla Real como telón de fondo, las piezas seleccionadas evocaron fundamentalmente aquellas mastodónticas óperas-ballet de tema mitológico tan de moda en la época, a través de suites integradas por algunos de sus muchos números instrumentales. Del virtuoso del violín Jean-Marie Leclair los músicos bordaron una generosa selección de su única ópera, Scylla y Glaucus, brillando especialmente la furia desatada de los Air de Demons. Suyo fue también el excelente Concierto Op. 7 nº 5 que permitió salirse de la estética dominante con un aire italianizante que Beyer tradujo en una exquisita y atlética exhibición de virtuosismo al violín. Mucha furia, siempre in forte, se extrajo también del último concierto cómico del prolífico Michel Corrette.
Artífice de la renovación de la ópera francesa junto a Rameau y Lully, de Campra se ofreció su título más representativo, L’Europe Galante, alternando números enérgicos y sutiles danzas, a pesar de una fallida introducción en la que las familias instrumentales no se compenetraron tan bien como en el resto del programa. Una suite de Alcyone de Marin Marais redondeó la velada, con movimientos rápidos y controlados, como en la Tempestad o la Marcha de los Marineros. Que el conjunto luciera casi al completo y se entendiera tan bien con la concertino influyó para que el resultado fuera tan estimulante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario