El director jerezano Juan Luis Pérez |
Unas convenientes palabras de Remedios Navarro y Victoria Staples precedieron al concierto de clausura del ciclo de música de cámara de esta temporada de la ROSS, esta vez en la sala grande del Maestranza. La directora del English Language Institute, patrocinadora del ciclo, hizo hincapié en la necesidad de adaptarse a estos nuevos tiempos en los que las generosas subvenciones públicas a la cultura han pasado a la historia, colaborando entre todos y todas a su mantenimiento. Habría sin embargo que matizar que esa unión ciudadana debería ir también encaminada a exigir a los poderes públicos que inviertan nuestros impuestos en el mantenimiento de la cultura, signo de identificación de los pueblos y combustible sin el cual una sociedad no puede avanzar libre y justa.
La actriz y colaboradora habitual de la ROSS, Ana Hernández-Sanchiz |
La flauta de Juan Ronda y el arpa de Daniela Iolkicheva lucieron como siempre exquisitas, delicadas y elegantes, esta vez en una serie de célebres páginas de Debussy informadas más por la melancolía que por la sensualidad. La creación del mundo de Milhaud, curiosamente pieza con la que Música en movimiento, que se desarrollaba simultáneamente en la sala Manuel García, se presentó el año pasado, se ofreció en versión para quinteto de cuerda y piano. En la transición la obra perdió gran parte de su expresionismo y virulencia a favor de un estilo rapsódico más próximo a Gershwin que al autor de El buey sobre el tejado.
En la segunda parte siete músicos y una narradora, espléndida Ana Hernández-Sanchiz desdoblándose en los tres personajes de la función, desplegaron una sensacional interpretación de La historia del soldado de Stravinski, variante de Fausto en versión en castellano de Alberti. El conjunto se adaptó como un guante a la dramaturgia, con la crispación habitual con la que se le describe al diablo a cargo de un estupendo Éric Crambes al violín, y maderas y metales personificando al soldado y sus aires marciales con ingenio cargado de ironía y humor, así como prestaciones soberbias de José Forte a la trompeta, Ignacio Martín a la percusión y la dirección atenta y precisa de Juan Luis Pérez. En el público una gran cantidad de niños y niñas, cuyo ejemplar comportamiento hace esperar mucho y bueno de las futuras generaciones del teatro.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 5 de junio de 2015
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