Guión y dirección Joaquín Oristrell Fotografía Teo Delgado Música Alejandro Pelayo Intérpretes Sergio Peris-Mencheta, María Botto, Raúl Arévalo, Marta Etura, Michel Ángel Muñoz, Juan Diego Botto, Astrid Jones, Secun de la Rosa, Nur Al Levi, Estefanía de los Santos, Carmen Balagué, Mercedes Sampietro, Dafnis Balduz, Goya Toledo, Antonio de la Torre, Álex García, Melanie Olivares, Petra Martínez, Juan Margallo Estreno 12 junio 2015
De protagonista de la comedia madrileña de los 80 a director de comedias en los 90 y lo que llevamos de siglo, Joaquín Oristrell ha perdido fuelle y empuje para ofrecer una serie de títulos intrascendentes y con escaso gancho de los que apenas logramos salvar Sin vergüenza. Ésta de ahora se presenta como alarde técnico y batidora en la que aparecen todos los males que acucian a nuestra sociedad actual en plena crisis económica y de valores, dejando la comedia de lado para centrarse en el aspecto más dramático de la cuestión. Es ahí y en su elaboradísima y compleja puesta en escena donde podemos centrar nuestro discreto entusiasmo, pues por fin nuestro cine se hace eco de los verdaderos problemas que nos agobian sin recurrir a la socorrida comedia. Rodada en un solo plano, como muy bien se encargan de recordarnos los títulos de crédito iniciales por si hay alguien despistado o despistada en la sala, celebramos el trabajo de minucioso engranaje para que vayamos de unas historias a otras y volvamos a ellas sin montaje, tras lo que suponemos habrán sido largas jornadas de ensayo para que todo funciones como un reloj, unido a un creativo trabajo de inevitable improvisación por parte de actores y actrices. Lo malo es que mezclarlo todo – paro, pobreza, maltrato machista, inmigración, abuso empresarial, corrupción, falta de apoyo a la cultura, etc. – sin talento ni sutileza, más bien con brocha gorda y burda poesía palpable en ridículos diálogos y monólogos, provoca falta de concentración y credibilidad, a lo que no ayuda la sobreactuación de prácticamente todo el lujoso reparto y una dirección que insiste en los malos modales, la falta de elegancia y de respeto, el mal carácter permanente y una tendencia generalizada a desbarrar y disparatar con cada propuesta y personaje. Como curiosidad decir que la banda sonora la firma Alejandro Pelayo, cincuenta por ciento de Marlango; el otro cincuenta lo ocupa la actriz y cantante Leonor Watling, aunque en el film quien canta las canciones es Nur Levi, que también interviene en la cinta como otra histérica que no para de hablar por teléfono y sin tregua para el inexistente interlocutor. Inauguró el Festival de Málaga.
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