Reino Unido 2015 119 min.
Dirección Thomas Vinterberg Guión David Nicholls, según la novela de Thomas Hardy Fotografía Charlotte Bruus Christensen Música Craig Armstrong Intérpretes Carey Mulligan, Matthias Schoenaerts, Michael Sheen, Tom Sturridge, Juno Temple, Jessica Barden, Hilton McRae, Richard Dixon, Bradley Hall, Jamie Lee-Hill, Eloise Oliver, John Neville Estreno en Reino Unido 1 mayo 2015; en España 12 junio 2015
Una nueva adaptación del clásico de Thomas Hardy, que ya conoció una versión en los albores del cinematógrafo y que John Schlesinger convirtió a su vez en clásico en 1967, enmarcado en la corriente del free cinema y con una bellísima Julie Christie como principal reclamo; después, en 1998, conocería otra adaptación, esta vez para la televisión. Esta vez se ha contado con un guionista de contrastada reputación, autor de novelas como One Day, también llevada al cine, obras de teatro y guiones entre los que se encuentran adaptaciones de Dickens (Grandes esperanzas de Mike Newell) y el propio Hardy (una versión de Tess para televisión). Sorprende más que se haya confiado la dirección al realizador Thomas Vinterberg, danés responsable de títulos tan estimulantes como Celebración o Submarino, celebrados como la disparatada La caza, y coproducciones en los que ha manejado repartos internacionales, como It’s All About Love y Querida Wendy. Pero esta es su primera incursión en el cine presuntamente británico vía Hollywood, al margen de su país natal, para encargarse de un texto tan sintomático de las islas como éste. Paralelamente ha estrenado este año también La comuna, ésta sí danesa. También sorprende que su principal protagonista masculino sea el belga Matthias Schoenaerts, tratándose de un personaje tan inglés, a quien hemos visto en De óxido y hueso y Suite francesa. Con estos ingredientes, más el impecable trabajo interpretativo de la siempre carismática Carey Mulligan (Una educación, Shame, Drive), la hermosa fotografía de Charlotte Bruus Christensen, colaboradora de Vinterberg en La caza y Submarino, y la romántica e inspiradora música de Craig Armstrong, habitual en las películas de Baz Luhrmann, el resultado es una película aseada, académica y de inconfundible sabor clásico, muy fiel al original literario y de fácil y agradecido seguimiento. Las vicisitudes de una mujer fuerte e independiente en pleno siglo XIX, en un entorno que como ella mismo define como diseñado por y para los hombres, dispone en esta ocasión de una disección discreta y amable en la que el romanticismo fluye más que la crítica social y el análisis histórico. En el ejercicio se echa en falta además una mayor profundidad en el diseño de los personajes y, sobre todo, sus motivaciones, en especial el obseso y sufrido William Boldwood, interpretado con solvencia por Michael Sheen. Por otros personajes y situaciones pasa de largo, seguramente con intenciones sintetizadoras, pero hubiera sido en tal caso mejor prescindir directamente de ellos. Con todo se agradece que recupere el aroma del cine romántico de antaño, con su ritmo relajado y elegante, y primando en todo momento el detalle y el buen gusto.
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