Francesca Aspromonte |
El lleno absoluto que experimentó el Maestranza con este cierre de lujo del Femás vino a confirmar el fulgurante éxito que tiene la Orquesta Barroca entre nuestra afición, lo que le obliga a encontrar nuevos espacios donde dar cabida a ese aumento de seguidores y seguidoras, algo que paradójicamente ha sumido en una nueva crisis a la formación. A buen seguro que con la buena gestión de sus artífices y la asociación que les respalda, conseguirán pronto una solución justa y equilibrada al asunto. Con espectáculos como el vivido la última noche del festival y antesala de la semana grande de Sevilla, se entiende ese aumento de confianza entre la población. Se trataba de poner en pie el complejo oratorio que Haendel dedicó al milagro de la resurrección de Cristo, uno de tantos que compuso, como todos ellos de escritura precisa y exquisita que exige los mejores recursos para edificarlo con éxito.
Alicia Amo |
Aunque nutrida, los efectivos de la orquesta quedaron por debajo de las exigencias de la partitura, y sin embargo sonaron majestuosos y envolventes, como si cada integrante del conjunto se multiplicara por tres. El oratorio contó en el momento de su estreno con tantas prohibiciones papales que prácticamente motivó que el legendario compositor acabara huyendo de Roma. Estas cortapisas afectaron a voces e incluso instrumentación, generando dudas sobre su composición y distribución. La organización y dirección de Onofri, una vez más ante la plantilla hispalense, logró paliar estos inconvenientes y construir una Resurrección adecuada a sus exigencias expresivas y emocionales. Los metales sonaron radiantes, las maderas piadosas y el conjunto de la cuerda sensacional, tan sólo con Pierre Pitzl comandando una viola de gamba algo justa de sonido y por momentos incluso apagada.
Marina de Liso |
Sin buenas voces la empresa hubiera sido un fiasco, y aquí hay que reconocer el extraordinario trabajo de selección para lograr un conjunto tan espléndido como el reunido para la ocasión. Sobre todo hay que apreciar la belleza de canto de Francesca Aspromonte como Maria Maddalena, prodigio de contención y buen gusto, con un timbre precioso y una elegantísima forma de modular la voz en arias tan hermosas como Ferma l'ali, que continuó con un Piangete de Marina de Liso como Cleofe igualmente sobrecogedor, de tesitura justa y amplio registro. También brilló Alicia Amo, soberbia en proyección y expresividad, así como Luigi de Donato componiendo un Lucifero intrigante y tenebroso merced a una voz poderosa, magníficamente afinada y autoritaria. Las ornamentaciones de Guimarâes resultaron a veces poco naturales, pero en general ofreció también un San Juan Evangelista de notable calidad y generosa proyección. Como se suele decir, un broche de oro para un brillante trigésimo tercer Femás.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 21 marzo 2016
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