Guión y dirección S. Craig Zahler Fotografía Benji Bakshi Música Jeff Herriott y S. Craig Zahler Intérpretes Kurt Russell, Patrick Wilson, Richard Jenkins, Matthew Fox, Lili Simmons, David Arquette, Evan Jonigkeit, Kathryn Morris, Sean Young, Sid Haig, Geno Segers, Michael Paré, Jamie Hector Estreno en Estados Unidos 23 octubre 2015; en España 11 marzo 2016 (no en Sevilla, donde fue rescatada por el SEFF en una única sesión el 31 de marzo de 2016)
Salvo en contadas ocasiones (Los odiosos ocho, El renacido), el western se ha convertido en pasto del cine marginal o independiente, que lo mantiene en cierta forma vivo a la espera de recuperar quizás algún día su antiguo esplendor. El debut en la dirección del talentoso S. Criag Zahler, premiado en la última edición del Festival de Sitges, se puede considerar a medio camino entre ese cine marginal que apenas llega a la cartelera y ese otro más promocionado y de alguna forma oficial, como ya ocurriera hace unos meses con otro western excepcional, Slow West. Sólo así se entiende el apoyo recibido por un reparto multiestelar que incluye hasta las pequeñas apariciones de dos estrellas de los ochenta, Sean Young (Blade Runner) y Michael Paré (Calles de fuego). Como otros westerns recientes, Bone Tomahawk recibe influencias del cine clásico, desde Hawks a Eastwood pasando por el inevitable Ford, pero también del spaghetti western con Leone a la cabeza. Unas influencias bien digeridas y combinadas para dar como resultado una película fresca y original, en absoluto rancia que como ya hiciera hace un par de décadas Ravenous, mezcla el género con el terror e incluso algo de comedia negra. En Bone Tomahawk un puñado de hombres duros y valientes hasta donde las circunstancias obligan, se enfrentan a una terrible tribu de indios sádicos y caníbales, en una persecución desierto a través que se alarga quizás demasiado, a pesar de que los chispeantes diálogos hacen que la espera hasta el aquelarre final se haga más amena. El estupendo guión, la profundización en la psicología de los personajes y el magnífico trabajo de su elenco, además de los consabidos generosos paisajes, transmiten esa sensación de época y lugar de continuo peligro y tensión, así como un instinto de colaboración y solidaridad hoy casi completamente perdido en un mundo en el que las comodidades nos han convertido en seres egoístas y narcisistas. Sus primeros minutos nos preparan para un desenlace sanguinolento y truculento que, como decía antes, se hace esperar; pero cuando llega la sed de morbo se ve ampliamente satisfecha. Por ser distinta y original, lo es hasta la sorprendente canción de los títulos de crédito finales, Four Doomed Men Ride Out, compuesta por el propio director y Jeff Herriott.
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