Francia 2015 98 min.
Guión y dirección Christian Vincent Fotografía Laurent Dailland Música Claire Denamur Intérpretes Fabrice Luchini, Sidse Babett Knudsen, Miss Ming, Berenice Sand, Claire Assali, Floriane Potiez, Corinne Masiero, Eva Lallier, Victor Pontecorvo, Abdellah Moundy, Fouzia Guezoum Estreno en el Festival de Venecia 6 septiembre 2015; en Francia 18 noviembre 2016; en España 8 abril 2016
Aunque tiene una abundante filmografía a sus espaldas, el cine de Christian Vincent sólo conoció cierta popularidad en nuestro país a raíz de la amable y sentimental La cocinera del presidente. Después ha realizado esta película, que le ha reportado el premio al mejor guión en el pasado Festival de Venecia, donde también se alzó con la Copa Volpi al mejor actor, el veterano Fabrice Lucchini (En la casa, Primavera en Normandía o varias películas de Claude Lelouch y Eric Rohmer). Se trata de un film un tanto marciano que no se sabe muy bien qué quiere contarnos, a pesar de ese premio al mejor guión, y que ya desde su título original en francés, El armiño en referencia a la piel que luce el atuendo del protagonista, invita a la confusión, pues no se sabe si se refiere al concepto de autoridad, que tampoco se desarrolla claramente en la película; aunque aquí el título lo han traducido por el más convencional y anodino El juez (ya no se cuidan las coincidencias en los títulos como antaño). Precisamente Luchini encarna a uno que, cual Mercedes Alaya, va y viene constantemente con su trolley y preside un tribunal en el que se enjuicia un caso de infanticidio. Parece ser, por referencias de quienes se mueven a su alrededor, que es un señor taciturno, duro y difícil. Y también parece ser que reencontrarse con un supuesto amor del pasado, porque nada está claro, endulza su carácter y lo refleja en su actitud ante el juicio que le ocupa. La publicidad anuncia una película sentimental de corte romántico, pero lo cierto es que asistimos más bien a un peculiar film de juicios realizado sin la tensión ni la inquietud que caracteriza este tipo de cine, seguramente con la intención muy controlada. El ritual procedimental del sistema judicial francés, aunque no acabemos de entenderlo, sobre todo en lo que se refiere al uso de jurados, se desarrolla ante nuestros ojos, incapaces de involucrarnos ni en la causa penal ni en ese encuentro amoroso. Al final todo queda en tierra de nadie, sin emoción ni interés, a la espera de que alguien más avezado e inteligente nos explique dónde reside el interés de esta película, una más de esas en las que el cine francés retrata los comportamientos y costumbres de la gente corriente de provincias. La mujer en cuestión está interpretada por la madura y atractiva actriz danesa, popular en el movimiento Dogma de los noventa del siglo pasado, Sidse Babett Knudsen, que logró por su interpretación el premio a la mejor actriz secundaria en la pasada edición de los César.
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