Italia 2015 124 min.
Dirección Luca Guadagnino Guión David Kajnagich, según la novela de Alain Page “La piscina” Fotografía Yorick Le Saux Intérpretes Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts, Dakota Johnson, Aurore Clément, Corrado Guzzanti, Lily McMenamy Estreno en el Festival de Venecia 6 septiembre 2015; en Italia 26 noviembre 2015; en España 22 abril 2016
Aclamado por su anterior película, Yo soy el amor, protagonizada también por Tilda Swinton, Luca Guadagnino parece haberse contagiado de las inquietudes y maneras de hacer del Bertolucci más reciente; no en vano entre aquel y este largometraje de ficción realizó un documental sobre el afamado director italiano, aunque el material dramático escogido esta vez sea el de la mítica película que Jacques Deray dirigió en 1960 bajo el título de La piscina. Un material basado en la novela que Jean-Emmanuel Conil escribió bajo el seudónimo de Alain Page y que mostraba a Romy Schneider y Alain Delon en el esplendor de sus bellezas, seis años después de haber terminado su relación sentimental de seis años. Y es que en el fondo el drama que plantea Page es el del intento de recuperación de una relación perdida, generando para ello toda una intriga pasional en la que el poder de seducción del rechazado implicará a otros tres personajes. El escenario rudo y salvaje que plantea la isla de Pantelleria, al sureste de Sicilia, completa este universo que se quiere enfermizo y colérico alrededor de estos cuatro personajes perdidos entre el placer vacacional y la tentación a veces provocada y otras no tanto. A Deray no le hizo falta ser tan explícito ni en el comportamiento de sus personajes ni en su entorno, entonces una más elegante Costa Azul, para mostrarnos la psicología primigenia de unos cuerpos abandonados al descanso, el sol y el placer. También es cierto que en esa época se frecuentaba una forma de rodar tan lenta y reflexiva que podía invitar al aburrimiento, mientras hoy el ritmo crece y la necesidad de entretener ha calado más hondo entre los nuevos cineastas. Por eso la piscina del título original ha quedado relegada a un segundo plano para ampliar escenarios y tiempos, empleando incluso innecesarios flashbacks y una incontinencia verbal por parte del personaje central interpretado por Ralph Fiennes, que asegure la degustación más complaciente del delicado material en juego. Precisamente es Fiennes quien lleva el mayor peso de la historia, haciendo una interpretación que excede del histrionismo y la sobreactuación para entrar más bien en los límites de una verdadera composición y creación del personaje al que en 1969 dio vida Maurice Ronet; mientras Dakota Johnson, que interpreta a su hija relevando a la más angelical y por ello más peligrosa Jane Birkin, nos invita con su actuación a esperar de ella grandes satisfacciones en el futuro. Guadagnino sabe rodar y dirigir a sus intérpretes, manteniendo ese estilo elegante que descubrimos en Yo soy el amor, pero le falta intensidad emocional para desarrollar sus personajes y anhelos, para generar un verdadero estudio psicológico de los mismos y transmitirnos esa sensación de rescate emocional que apuntan los Rolling Stones en el éxito de los ochenta que la película utiliza recurrentemente como tema principal de su banda sonora.
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