USA 2015 103 min.
Dirección Peter Sollett Guión Ron Nyswaner Fotografía Maryse Alberti Música Hans Zimmer y Johnny Marr Intérpretes Julianne Moore, Ellen Page, Michael Shannon, Steve Carell, Luke Grimes, Mary Birdsong, Gabriel Luna, Skipp Sudduth, Suzanne Savoy, Jeannine Kaspar Estreno en el Festival de Toronto 13 septiembre 2016; en Estados Unidos 2 octubre 2015; en España 6 mayo 2016
En 2007 Laurel Hester, una reconocida y condecorada agente policíal de New Jersey, se convirtió, un año después de fallecer a causa de un cáncer, en protagonista del mediometraje documental Freeheld de Cynthia Wade, ganador de un Oscar. En él se relataba la lucha sin cuartel de esta mujer por conseguir que se reconociese a su pareja lesbiana el derecho a cobrar su pensión en igualdad de condiciones que cualquier otra pareja heterosexual; ocho años después Peter Sollett lo ha convertido en largometraje de ficción. Nick y Norah: una noche de música y amor, su única película conocida hasta el momento, apuntaba unas maneras que este film traiciona, pues nos encontramos ante un trabajo tan convencional como aséptico, sin apenas pasión, movido por la inercia de un guión lineal y poco trabajado, con personajes sin mucho relieve y situaciones que se dan más por hecho que como resultado de una progresión dramática adecuada. Así asistimos al enamoramiento entre dos mujeres que en poco tiempo parecen hacerse inseparables sin que su pasión y profundo cariño haya realmente traspasado la pantalla. La enfermedad conlleva el lógico desmoronamiento, y la lucha por la igualdad y el respeto de los derechos humanos se salda con un par de secuencias de sainete, con un activista judío y homosexual al que da vida Steve Carell, que más parece un payaso liderando una masa de gente boba, ante un consejo de gobierno local al que poco hay que apretar para que de intransigentes se conviertan en adorables abuelitos. Una lástima, porque la herencia judeo-cristiana que hemos recibido y que tanto ha lastrado nuestra cultura y tradiciones, merecía un tratamiento más profundo para entender los obstáculos a los que se tuvo que enfrentar esta Juana de Arco, así como el esfuerzo que aún hoy supone para mucha gente hacer valer su diferencia e individualidad y que se les respete con tolerancia y humildad. Al final el único amor incondicional del estúpido título español es el que se le profesa a Julianne Moore para justificar su visionado; eso sí, ella hace un papel espléndido, sobre todo en lo que se refiere al deterioro físico y mental que va sufriendo a lo largo de su segunda parte. En San Sebastián, donde compitió en la sección oficial, se llevó el premio Sebastián, reservado a películas de temática gay y lésbica.
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