Dirección David Cánovas Guión David Cánovas, José Amado Carrillo y Alberto García Martín, según la obra de Antonio Tabares Fotografía Juan Carlos Gómez Música Antonio Hernández Ruiz Intérpretes Maribel Verdú, Fernando Cayo, Bárbara Goneaga, Álex García, Carmelo Gómez, Ginés García Millán, Jesús Castejón, Jorge Calvo Estreno en el Festival de Málaga 23 abril 2016; en salas comerciales 29 abril 2016
Debut en el largometraje de Diego Cánovas, hasta ahora autor de varios cortometrajes y del especial de televisión Los archivos del ministerio (del tiempo). La predilección por el thriller se desprende de esos trabajos anteriores y se extiende a este su primer largo cinematográfico, un thriller ambientado en el implacable mundo empresarial, más aún en duros tiempos de crisis. Con un acabado perfecto en la más previsible línea estética de negros, azules y grises metalizados, imprescindible para convencernos de que se trata de una importante y poderosa compañía tecnológica, Maribel Verdú se esfuerza con un difícil trabajo de dura ejecutiva ocasionalmente convertida en investigadora para su propia empresa cuando en ella sucede una misteriosa cadena de suicidios. Material muy delicado por lo tanto para lograr convencer a un espectador sorprendido ante el acelerado progreso ético y moral de la protagonista, las casualidades que ayudan a avanzar en la investigación y las que provocan los trágicos sucesos. Todo muy sobrio y elegante, pero al conjunto le falta garra para lograr toda esa credibilidad que material tan enojoso requiere, y para generar la intriga que merece. Incurso además en un problema latente como es el de la competitividad en la empresa, el abuso al que son sometidos los empleados y empleadas ante la amenaza de un mercado laboral poco generoso y digno de confianza, el tratamiento dramático de la cinta exigía un mayor rigor y grado de malicia, por lo que al producto le falta cocción. No se puede dejar todo a merced de los cansinos líos de faldas y la extorsión más burda y facilona. Quizás sean defectos de la obra teatral que le sirve de base, pero con talento suficiente podrían haberse salvado en su traslación al cine. Maribel Verdú hace su trabajo competentemente, luce radiante enfundada en elegantes trajes de oficina, y se implica bastante en este thriller con ribetes de denuncia social. El resto del elenco cumple también satisfactoriamente, colaborando en el tono solemne y libre de excesos que domina la función, excepto el habitual de incontinencia verbal que afecta a nuestro cine. No le habría venido mal algunas secuencias de intriga visual, y no nos referimos a la expresión de la Verdú pensando y reflexionando no se sabe muy bien qué.
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