Dirección Iciar Bollaín Guión Paul Laverty Fotografía Sergi Gallardo Música Pascal Gaigne Intérpretes Anna Castillo, Javier Gutiérrez, Pep Ambrós, Manuel Cucala, Miguel Ángel Aladrén, Paula Usero, María Romero, Inés Ruiz Estreno 6 mayo 2016
Iciar Bollaín es sin duda una directora consagrada, la mejor que en nuestro país ha sabido erigirse en voz de la alarma social, de los temas que importan, los que hay que resolver y sobre los que urge un cambio radical y absoluto. Junto a León de Aranoa cultiva un cine directo, casi documental, en el que se reflejan los anhelos y las preocupaciones de los españoles de a pie, los ciudadanos del mundo que sufren el día a día de las dificultades y las manipulaciones de quienes dirigen nuestro destino. No es casualidad por lo tanto que tras coincidir con Paul Laverty en el rodaje de Tierra y libertad de Ken Loach, además de en su pareja se convirtiese también en su guionista, acercando aún más su universo particular al del cineasta británico. Desde También la lluvia colaboran juntos y de él es también el libreto de esta delicada y emotiva película en la que un grito de socorro por la preservación de nuestra tierra y nuestras raíces, se da la mano con el cariño incondicional a los nuestros, a los antepasados y a quienes nos han inculcado los valores más elementales e imperecederos que llevamos a cuestas. Así, una joven intrépida y decidida lleva a cabo en esta película la increíble gesta de recuperar el olivo familiar que le fue extraído a una tierra milenaria, con total desprecio por nuestra herencia histórica y la memoria de la naturaleza. Realizada con extremo mimo por una realizadora en sus horas más lúcidas desde Te doy mis ojos, asistimos a los gestos de amor y admiración de la joven hacia su abuelo, y a la oportunidad que la vida le regala de demostrarle lo mucho que le importa y lo relevante que para ella son las enseñanzas recibidas de quien ha acumulado sabiduría en sus años avanzados. Una serie de entrañables personajes añaden definición a una trama que acaba resultando imposible de seguir sin experimentar sana congoja y adaptar sus postulados a la experiencia propia de cada uno y una. Lástima que una vez más aflore el carácter hispánico, temperamental e irascible, que no añade nada a la trama ni su mensaje, y por parecido que sea a la realidad no deja de resultar desagradable e inútil. Los paisajes levantinos y alemanes, el poder de las redes sociales para engendrar revolución y la solidaridad entre gentes y pueblos son otros factores que realzan el espíritu reivindicativo, optimista y esperanzador de una cinta emocionante de principio a fin, enriquecida además con un trabajo sobresaliente de Anna Castillo, sin olvidar el muy solvente realizado por sus compañeros de viaje.
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