USA 2016 116 min.
Dirección Shane Black Guión Shane Black y Anthony Bagarozzi Fotografía Philippe Rousselot Música David Buckley y John Ottman Intérpretes Ryan Gosling, Russell Crowe, Angourie Rice, Matt Bomer, Kim Basinger, Keith David, Margaret Qualley, Yaya DaCosta, Beau Knapp, Lois Smith, Murielle Telio Estreno en Estados Unidos 20 mayo 2016; en España 10 junio 2016
Con Una pandilla alucinante y Arma letal, ambas escritas por él, Shane Black ayudó a perfilar el imaginario del cine ochentero, estirándolo en los noventa con cintas como El último boy scout y El último gran héroe. Tras pasarse a la dirección con Kiss Kiss Bang Bang y Iron Man 3, Black ataca ahora con su película más deudora de aquella iconografía que le hizo popular en la mítica década de los ochenta, y muy especialmente la saga protagonizada por Mel Gibson y Danny Glover. Aunque podemos encontrar también reminiscencias en esta película del tratamiento que del cine policíaco Black dio a Kiss Kiss Bang Bang, Dos tipos buenos se adentra más en el terreno de la buddy movie combinada con buenas dosis de comedia. Digamos que se trata de un policíaco al estilo del cine negro tradicional, más concretamente el que cultivaron gente como Robert Altman (El largo adiós), Robert Benton (El gato conoce al asesino) o Roman Polanski (Chinatown, con la que ésta comparte mcguffin ecológico), aderezado con pautas de humor al estilo slapstick típicamente americano, como el que caracterizaba a Howard Hawks o Blake Edwards; no en vano el personaje de Ryan Gosling se nos antoja algo parecido a los que daba vida Peter Sellers. El problema radica en que para poner el género al día a Black no se le ha ocurrido otra cosa que abusar de la violencia, tiros por aquí y por allá con víctimas mortales a docenas, que molesta más aún cuando tenemos reciente una tragedia como la ocurrida en Orlando sólo un día después del estreno entre nosotros de esta comedia violenta cargada de armas letales. No obstante, en su frescura y agilidad, el trabajo de su atractivo elenco, con un Crowe con pintas de John Goodman y una recuperada y siempre hermosa Kim Basinger, y el ejercicio nostálgico en que consiste su ambientación en plena era disco al finales de los setenta en un Los Angeles sumido en fiestas y pornografía, la cinta encuentra buenas razones para ser disfrutada, siempre que logremos liberarnos de prejuicios.
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