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Beller Carbone y Svensson |
Tras varias tentativas de terminarla por parte de otros especialistas, y casi siempre con el impulso de su viuda, finalmente fue Antony Beaumont, responsable también del acabado final de Doctor Fausto de Bussoni, quien la llevó a buen puerto, con la ayuda inestimable de las precisas indicaciones del autor en la partitura, estrenándose en Hamburgo en 1996 con Gerd Albrecht en la dirección. Pese al entusiasmo que ha generado en críticos y especialistas desde esa primera vez, aún son pocas las veces que ha recorrido los escenarios del Mundo; en España no se escuchó por primera vez hasta 2005, en versión de concierto con el propio Beaumont frente a la Filarmónica de Gran Canaria. Sevilla acoge ahora su estreno escénico en nuestro país, un mes después de que Dmitri Jurowski la dirigiera en la Ópera de Gante. Los grandes repartos internacionales o audaces gestas como ésta son las que conforman el prestigio y la calidad de un teatro de la ópera, y con su política de acercamiento a este tipo de repertorio, a través de títulos como Lulu de Berg, Der ferne Klang de Schreker, Doctor Atomic de Adams, o Una tragedia florentina y El enano del propio Zemlinsky, Pedro Halffter ha puesto todo su empeño en ello. Que la respuesta del público sea tibia y el aforo presente tantos vacíos como los observados en la noche del estreno, no debe ser obstáculo para proseguir con una política así. Hay muchas formas de compensar estas pérdidas, y ahí entra el ingenio y la imaginación de programadores y gestores para remediarlo. Nunca se debe sacrificar la excelencia y la innovación en favor exclusivamente de la taquilla.

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Nicola Beller Carbone en el primer acto |
El entusiasmo con el que Halffter ha debido acometer la misión de poner en pie este título en el Maestranza, se tradujo en el foso en toda una acertada exhibición de erotismo y exuberante sensualidad, haciendo posible apreciar todos los vericuetos, matices y líneas expresivas de una partitura sensacional. Para eso la orquesta tuvo naturalmente que empeñarse a fondo, como siempre hace paradójicamente cuando el maestro madrileño se pone al frente. Su dirección fue el principal atractivo de un espectáculo que, no obstante, funcionó en líneas generales a pleno pulmón. Lástima que en algunos pasajes su exceso decibélico llegara a eclipsar las voces, quizás como ya han apuntado otros colegas por el poco afortunado emplazamiento de los personajes a veces en un segundo nivel, con los inconvenientes que esa solución escénica suele tener a efectos de proyección de la voz.
La música de Zemlinsky se desliza y enrolla con exultante sensualidad como si de una serpiente venenosa se tratara, y a su son se despliegan las voces de un elenco que, con sus más y sus menos, cumplió con algo más que solvencia. Especialmente destacaron el barítono alemán Martin Gantner como el machista y ambicioso pescador Gyges, que ofreció una actuación convincente y una línea de canto poderosa y homogénea, y la soprano alemana afincada en España Nicola Beller Carbone, sobrada como actriz, de voluptuosa sensualidad y voz capaz para enfrentarse a todo tipo de cambios de registro y elevados agudos, si bien se detectó en algunos pasajes cierta nasalidad en la voz. El experimentado tenor austriaco Peter Svensson, como el libertino y vanidoso rey del título, empezó con mal pie, estridente e inseguro, pero salvó rápidamente estos inconvenientes con otro saldo a su favor. Entre los cortesanos, con varios cantantes españoles en sus filas, destacó Matías Tosi, que aprovechó su momento de lucimiento con brillantez tanto en lo canoro como en su dinámica y jubilosa interpretación. La puesta en escena, sobria y efectiva, nos retrotrajo a un ambiente decadente en un futuro incierto, más por el colorista e imaginativo vestuario que por la escenografía en cierto modo reminiscente del Kursaal de San Sebastián. Una magnífica iluminación así como una estupenda solución formal para crear el efecto de invisibilidad del dichoso anillo tan recurrente en la mitología germana, completaron un sensacional espectáculo, sorpresa erótica incluida en la transición entre los actos segundo y tercero.
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