China-Francia-Japón 2015 131 min.
Guión y dirección Jia Zhangke Fotografía Yu Lik-wai Música Yoshihiro Hanno Intérpretes Tao Zhao, Zhang Yi, Liang Jingdong, Dong Zijian, Sylvia Chang Estreno en el Festival de Cannes 20 mayo 2015; en China 30 octubre 2015; en España 20 mayo 2016
Tan acostumbrado a acumular grandes premios con películas anteriores – León de Oro en Venecia 2006 con Naturaleza muerta, mejor guión en Cannes 2013 con Un toque de violencia –, a Jia Zhangke le debe haber sabido a poco el premio del público que como mejor película europea recibió en San Sebastián el año pasado. Y es que se trata de un melodrama en toda regla, un culebrón que recorre una familia a lo largo de varias décadas, en distintas localizaciones y con trama sentimental de por medio, todo tan del gusto del público en general. Y europea porque aunque se trate netamente de una película china, en su producción ha participado también la inquieta y todoterreno Francia. Lo más llamativo es que Zhangke retoma el análisis de los profundos cambios perpetrados en su país, tras su anterior película, ese Toque de violencia que diseccionaba la degradación moral de China, acuciada por problemas de corrupción política, marginación social y precariedad laboral; ahora se trata de plasmar la paulatina pérdida de valores, el transfuguismo cultural al que se somete diariamente un país en decadencia capitalista. Y lo hace a través de la historia de una mujer cuyos sueños de globalización se sintetizan en una versión que del clásico de los Village People, Go West, a cargo de los Pet Shop Boys, baila compulsivamente al principio y al final de la película. Una danza que acaba vampirizando, con movimientos heredados de la tradición popular china, a la mujer que en el transcurrir de su vida ha visto cómo la sencillez en la que se asentaba una supuesta felicidad de juventud, se ha ido convirtiendo en desencanto y soledad. Pero el film de Zhangke tiene también una lectura positiva y reconfortante, por cuanto la pérdida de valores y principios culturales propios no cristaliza necesariamente en algo negativo, sino que conlleva también una liberalización de ataduras, un mayor contacto con el mundo circundante y una mayor facilidad para encontrar una libertad más verdadera y duradera. En tres tiempos y formatos , Más allá de las montañas se erige en metáfora de esa China en continua evolución capitalista, donde las diferencias de clase son cada vez mayores y en la que la protagonista, una espléndida Tao Zhao, se debate entre el progreso con forma de dólar y la antigua estirpe trabajadora, condenada a la extinción. La solución está lejos, en otro país, quizás Australia, paradigma del paraíso terrenal y espacio para nuevas licencias, oportunidades y modelos de vida.
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