Abandonada la tónica seguida en los tres últimos años de acabar el curso con música de cine, gracias a la iniciativa de Media Screen Music, que tanto rédito da siempre entre el público nostálgico de una ciudad que una vez fue pionera en celebrar este tipo de música programática, los responsables del CICUS apostaron este año por la solución más fácil y popular para cubrir expediente e inaugurar las vacaciones estivales. La presencia en la ciudad de la espléndida Teresa Berganza, invitada también por la antigua extensión cultural de la Universidad Hispalense para unos encuentros enmarcados dentro de su proyecto 21 Grados, motivó un improvisado homenaje que sólo se entiende así cuando en el programa faltaron Mozart y Rossini, y sólo Carmen de Bizet entre tanto verismo, Verdi y Puccini, no pudieron justificar el referido tributo.

El Coro de Ópera de Málaga sin embargo no logró una actuación memorable. Con Mascagni y Leoncavallo, una vez más casados desde que así lo decidiera el Met a principios del siglo XX, se mostró tosco y falto de empuje y decisión, con las voces femeninas apagadas y las masculinas algo tirantes. Mejoraron con los populares coros de gitanos y prisioneros judíos de Verdi y el Bel conforto al mietitore de L’elisir d’amore de Donizetti que cantaron como propina. Por su parte, Tomillo, que el año pasado ofreció un Bruckner robusto junto a la OJA, convenció con un Capricho italiano dinámico y jubiloso de marcados ritmos sicilianos, así como con una sonoridad muy personal en cuerpo y estilo en los Intermezzi de Cavalleria Rusticana y L’amico Fritz, de Mascagni. Con el de Suor Angelica de Puccini extrajo lirismo y sensibilidad de una orquesta que en términos generales no funcionó tan bien en los metales como viene haciéndolo últimamente.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 1 de julio de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario