Dirección Sophie Barthes Guión Rose Barreneche y Sophie Barthes, según la novela de Gustave Flaubert Fotografía Andrij Parekh Música Evgueni y Sacha Galperine Intérpretes Mia Wasikowska, Henry Lloyd-Hugues, Logan Marshall-Green, Ezra Miller, Paul Giamatti, Rhys Ifans, Laura Carmichael, Olivier Gourmet, Morfydd Clark Estreno en Estados Unidos 12 junio 2015; en España 20 mayo 2016; en Sevilla 10 junio 2016
Los clásicos vuelven una y otra vez a la gran pantalla, intentando recuperar para cada generación los progresos que a través de la literatura se hicieron en cuestiones relacionadas con la cultura, la sociedad y las emociones humanas en épocas pasadas, y lo que en vigor haya podido quedar de ellas. Esta nueva versión de la novela por entregas de Gustav Flaubert prosigue el camino trazado por las que hace unos años se realizaron de Cumbres borrascosas y Jane Eyre, también protagonizada por Mia Wasikowska, lo que la convierte en la nueva heroína romántica por antonomasia. La historia ya conoció ilustres adaptaciones a cargo de Jean Renoir, Vincente Minnelli, Claude Chabrol y hasta Arturo Ripstein, que la tituló Las razones del corazón. Existe incluso una seudoerótica de 1969 que sirvió más que nada para mostrar los generosos desnudos de Edwige Fenech. Sophie Barthes ya fijó su mirada en el mundo de la literatura con su anterior película, Cold Souls, en la que Paul Giamatti sufría ataques de ansiedad ante el reto de interpretar Tío Vania de Chejov. Ahora, con la ayuda de Felipe Marino, que firma sus guiones indistintamente como Olga o, en este caso, Rose Barreneche, quién sabe para reafirmar esa visión femenina que se quiere del asunto, ha realizado una versión aseada y sintetizada de la novela, puede que con la intención de quedarse con lo más básico y fundamental de la crítica social que ofrece Flaubert. Una síntesis a la que no se le han escatimado recursos estéticos, componiéndose una versión preciosista en la que todo encaja para ofrecer un espectáculo de hermosos encuadres, paisajes idílicos, vestuario y enseres de exquisito gusto. Sin embargo la emoción no traspasa la pantalla, con lo que queda malograda casi en su totalidad la intención de encuadrar las tristes aventuras amorosas de esta desdichada mujer a la que la sociedad sólo pretende utilizar como objeto decorativo, en un entorno de machismo sin esperanza para una vida libre e independiente en la que poder dar rienda suelta a sentimientos y emociones. La responsabilidad es de una realización considerablemente plana y rotundamente fría, sin apenas fuerza ni garra. Cabe únicamente añadir a sus méritos estéticos las ajustadas interpretaciones de su atractivo elenco, sobre todo el malicioso y oportunista comerciante al que da vida con sorprendente eficacia Rhys Ifans.
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