USA-Reino Unido-Francia-Holanda 2017 106 min.
Guión y dirección Christopher Nolan Fotografía Hoyte Van Hoytema Música Hans Zimmer Intérpretes Fionn Whitehead, Aneurin Barnard, Kenneth Branagh, James D’Arcy, Mark Rylance, Barry Keoghan, Tom Glynn-Carney, Cillian Murphy, Tom Hardy, Jack Lowden Estreno simultáneo en Estados Unidos y España 21 julio 2017
Ha llegado con toda su artillería y fuerza mediática y ha conquistado tanto a seguidores como detractores de su polémico director, promotor de artilugios tan sofisticados y a menudo caprichosos como Memento, Origen e Interstellar, además de responsable de la actual visión del superhéroe de cómic como personaje trágico y atormentado, gracias a Batman, el caballero oscuro al que ha dado vida Christian Bale en tres espectaculares superproducciones. Con su recreación del infierno vivido en las playas de Dunkerque por los ejércitos aliados, predominantemente británicos, ante el imparable avance de las tropas alemanas en mayo de 1940, Nolan da un inesperado giro en su filmografía, abandonando provisionalmente el cine fantástico para adentrarse en el histórico, con resultados satisfactorios aunque haya cuestiones en su planteamiento que puedan conducir al debate y la confrontación. Durante una semana debió vivirse en aquellas playas convertidas en ratonera, lo más parecido a un calvario al que Nolan ha querido acercarse potenciando luz y sonido a través de la excelente fotografía de inspiración vintage del suizo Hoyte Van Hoytema y la obsesiva y contundente música de Hans Zimmer, que aquí monopoliza junto a bombas y disparos el sonido ambiente, machacón y agobiante de la película. Nolan vuelve a jugar con el factor tiempo, algo que se manifiesta incluso en el ritmo de Zimmer, estructurando la narración en tres tiempos, una semana para los soldados que esperaron a ser evacuados mediante la operación Dinamo del 26 de mayo al 4 de junio de 1940, un día para los civiles que acudieron a su ayuda desde las costas británicas, y una hora para los pilotos de la RAF que a bordo de sus flamantes Spitfire aliviaron el ataque alemán lo suficiente para dar algo de tregua a las tropas acosadas. Unos meros apuntes en el guión informan sobre las intenciones de Churchill y las equivocadas decisiones de los mandos nazis, mientras sus personajes se mueven a su vez en tres historias, logrando de su reparto un trabajo excelente que dota de mayor credibilidad a un conjunto cuyo motor es provocar ese ánimo aterrorizado de quien sufre el ataque de un enemigo invisible, alemanes a los que no avistamos pero sí tememos. Todo ello en un apabullante espectáculo, una experiencia sensorial de moderada duración, que busca introducir al espectador en el eje del huracán, en la vorágine de una situación desesperada y de máxima ansiedad, sin que el director haya sucumbido a emular los logros experimentados en el reciente cine bélico desde Salvar al soldado Ryan de Spielberg a la cinta de Mel Gibson, Hasta el último hombre. Su consigna sigue parámetros clásicos que rememoran el cine bélico de aventuras que acaparó las pantallas de los años cincuenta y sesenta, y de los que bebieron otras aproximaciones a la tragedia, como la británica Dunquerque de 1958 y la italiana De Dunquerque a la victoria, ya a finales de los setenta pero con ese mismo espíritu épico heroico en su planteamiento. Nolan añade el componente antibelicista y trágico que aquellas producciones obviaban, llegando a su punto culminante en uno de los episodios que transcurren a bordo de la embarcación de recreo que capitanea el personaje magistralmente interpretado por Mark Rylance. Un emotivo homenaje a la población civil, palpable en el uso recurrente en la banda sonora de Nimrod, la más famosa de las Variaciones Enigma de Elgar, y una lúcida forma de representar cómo una situación de fracaso se puede convertir en heroicidad y puerta hacia la victoria, completan esta valiosa producción, una apuesta de este mago de la prestidigitación por el pasado, en lugar del futuro o el presente distópico a los que nos tiene acostumbrados.
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