Dirección Dome Karukoski Guión Alexki Bardy Fotografía Lasse Frank Jonannessen Música Lasse Enersen y Hildur Guonadóttir Intérpretes Pekka Strang, Lauri Tilkanen, Jessica Grabowsky, Seumas F. Sargent, Taistu Oksanen, Jakob Oftebro, Niklas Hogner, Christian Sandström, Werner Daehn Estreno en Finlandia 24 febrero 2017; en España 7 julio 2017
Todo el mundo ha visto alguna vez un dibujo de Touko Laaksonen. Figuras masculinas embutidas en trajes de cuero que dejan ver carne musculosa y sudorosa, iconos de la cultura gay que han inspirado toda una tendencia y un estilo de vida para millones de homosexuales de todo el Mundo. Esta cinta analiza la figura de este finlandés internacional, que volvió de la Segunda Guerra Mundial condecorado y convertido en héroe sólo para comprobar cómo el mundo que le rodeaba le impedía realizarse como hombre que ama y hace el amor. Sometido a vejaciones, persecuciones y censura, encontró en el amor de su vida y su afición a dibujar una vía de escape no sólo para él sino para millones de hombres en su misma situación a lo largo y ancho del planeta. Dome Kaurkoski, un discreto realizador finlandés que ha visto cómo algunos de sus títulos se han estrenado incluso entre nosotros (El gruñón, Fruto prohibido) se encarga de poner en escena este aseado biopic cuyo mayor valor reside en repasar años de ignominia y auténtica vergüenza en países como el suyo y otros en los que los derechos y libertades de hombres y mujeres sufrieron durante décadas el desprecio y la represión. Un ejercicio necesario para mantener viva la memoria de tanta gente que luchó para que en al menos un tercio del planeta hoy vivamos y sintamos con más libertad e igualdad. Ahora que en todas partes se celebra el orgullo por los colores del arco iris, la igualdad, la belleza, la felicidad y la convivencia entre todos y todas, se hace aún más necesarias películas como ésta, que sin grandes pretensiones consiguen hacernos reflexionar sobre lo mucho que costó que en países como el nuestro podamos disfrutar de nuestra individualidad con cierta paz y tranquilidad. Con hechuras clásicas y suficiente pericia como para que no se noten las limitaciones presupuestarias, Karukoski consigue un film digno, con la inestimable ayuda de Pekka Strang dando vida a Laaksonen, el Tom of Finland del título, que logró hacerse famoso en California y desde allí exportar su imagen de deseo, perversión y seducción por todo el Mundo. El objetivo está claro, en ésta y en cualquier otra manifestación que consiga ampliar nuestros derechos, y no es otro que lograr que seamos un poquito más felices en esta efímera vida que cuestiones de Estado y religiones han convertido durante siglos en poco menos que un calvario. Es hora de cambiar de religión y subir a iconos como Tom of Finland a los altares. Una película como ésta, con sus limitaciones e insuficiencias, podría ser un primer peldaño para conseguirlo.
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