Francia 2018 98 min.
Dirección Agnés Jaoui Guión Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri Fotografía Yves Angelo Música Fernando Fizsbein Intérpretes Agnès Jaoui, Jean-Pierre Bacri, Léa Drucker, Kévin Azaïs, Nina Meurisse. Sarah Suco, Héléna Noguerra, Miglen Mirtchev, Frédéric Pierrot, Eric Viellard, Olivier Broche Estreno en Francia 18 abril 2018; en España 27 julio 2018
Ya va siendo hora de que algún productor o productora suficientemente inteligente y avispado proponga alguna película como ésta pero enfocada a un público más amplio, de esos que llenan las salas y engullen palomitas como si les fuera la vida en ello, porque los incondicionales de este tipo de mensajes ya estamos curados de espanto y propuestas como éstas ya no nos hacen ni reflexionar. Se trata de diseccionar una vez más ese retrato generacional de quienes una vez tuvieron ideales y hasta se propusieron cambiar el mundo y hoy han sucumbido al encanto de la burguesía, discreto o no, sus placeres y miserias. Una fiesta sirve como detonante de ese choque entre quienes traicionaron sus propios ideales y quienes creen seguir respetándolos, aunque en el fondo se han adaptado igualmente a las comodidades del mundo burgués, o incluso alto burgués, lo más parecido a aquella aristocracia que sucumbió bajo la guillotina en esa Plaza de la Bastilla a la que el título original, Plaza Pública, parece estar refiriéndose. No es casualidad que esa nueva pléyade de poderosos y famosos no sean condes ni duques o marqueses, ahora son estrellas de la radio, internet y la televisión, con méritos labrados durante décadas o simplemente efímeros dada la fuerza de la tecnología, capaz de mantenernos enganchados al pinganillo incluso cuando celebramos la adquisición de una magnífica casa rural a media hora de París y con labradores a los que someter y avasallar como sufridos vecinos. Todo muy calculado, incluso los a menudo afilados diálogos, saldo la comicidad, que una vez más es tan francesa que volvemos a cuestionarnos porqué en los últimos años ha proliferado tanto la presencia de comedias francesas en nuestras pantallas. Detrás de este ambicioso producto se encuentra una pareja de bienavenidos ex marido y mujer, Bacri y Jaoui, que en sus principios como guionistas y realizadora nos ofrecieron un regalo muy suculento, Para todos los gustos, y otro que tampoco estaba mal, Como una imagen. Las costuras ahora se ven más y la inspiración se ha agotado hasta el punto de abusar de tópicos y personajes archivistos, entre hijos de papá desagradecidos, lujuriosos y venerables ancianos mediáticos y celos machistas y desproporcionados; pero la idea no está mal, sólo que merecería llegar a ese público domesticado y conformista, que no necesariamente poco formado, que sólo asoma por las salas cuando de ver a superhérores y comedias burdas americanas se trata.
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