lunes, 3 de mayo de 2021

YALDA, LA NOCHE DEL PERDÓN Justicia mediática

Título original: Yalda, la nuit du pardon
Irán-Francia- Alemania-Suiza- Luxemburgo-Líbano 2019 89 min.
Guion y dirección
Massoud Bakhshi Fotografía Julian Atanasov Música Dana Farzanehpour y Denis Séchaud Intérpretes Sadaf Asgari, Behnaz Jafari, Babak Karimi, Fereshteh Sadre Orafaiy, Forough Ghajabagli, Arman Darvish Estreno en el Festival de Sundance 26 enero 2020; en España 30 abril 2021


Aunque desde la implantación del Islam ya no es una fiesta oficial, Irán sigue celebrando el Yalda cada solsticio de invierno, en la noche más larga del hemisferio norte. Es una ocasión para reunirse en familia y prepararse para el duro invierno con la ingesta de suculentas frutas. El film de Bakhshi se ambienta en esta fiesta particular para contarnos una historia que va más allá de la habitual denuncia de los derechos y libertades personales, especialmente en lo que se refiere a la mujer, para alcanzar también a la mercadería con la que hoy se comercia todo y en todo el mundo. Un reality show, amparándose en el ojo por ojo y la metodología bíblica que impera en estas culturas ancestrales todavía tan condicionadas por el peso de la religión, juega con el indulto de una condenada a muerte a cambio del perdón de la única hija de la víctima del asesinato que se le imputa. Una justicia impensable para la sensibilidad occidental, y sin embargo un procedimiento tan próximo a la justicia popular que frecuentemente se practica en las televisiones de todo el planeta. Ejemplos de esto los tenemos a porrillo; precisamente en estos momentos un asunto tan espinoso como la violencia machista se ha convertido en culebrón televisivo en nuestro país, con el consiguiente enriquecimiento de sus agentes, no importa cuánto sufrimiento experimenten las miles de damnificadas diarias que esta lacra provoca y que no reciben ni el amparo ni el cheque que sí disfrutan sus estrellas mediáticas.

A Bakhashi la empresa le interesa también para radiografiar a la sociedad iraní, fijando su atención y la de su cámara en los múltiples personajes que frecuentan tanto el plató como las bambalinas en las que se cuece la intriga sometida a dictamen público y recompensada por patrocinadores que se enriquecen con los millones de whatsapp demandados a la audiencia en este y cualquier otro programa del género, sea concurso o reality como en este caso. Una miseria humana a la que no somos ni de lejos ajenos y que el director analiza ya desde un arranque colosal a vista de pájaro, con una sofisticada torre de telecomunicaciones y unas autopistas atestadas que parecen reflejar una sociedad tecnológica y económicamente avanzada y en la que sin embargo se encierra tanto atropello, tanta miseria y tanta injusticia hacia una mujer oculta en su indumentaria y su pensamiento. Pueden heredar grandes fortunas, incluso ser empresarias con poder, dirigir y ocupar puestos de responsabilidad, pero siempre con el consentimiento machista, que se permite incluso desposarlas temporalmente.

Nuestra protagonista es muy joven, ha estado siempre sometida a mucha presión y tiene sus propios anhelos, frustrados por voluntad del macho y la familia. Bakhshi propone una intriga diferente y original, gestada en el transcurso de esa noche especial a través de las aportaciones de una serie de personajes cuyas vinculaciones con lo divino y lo supersticioso irán definiendo la suerte de esta desgraciada víctima de un sistema podrido del que no escapamos ni siquiera quienes creemos que vivimos en una sociedad libre y democrática, y sin embargo no puede evitar estar dominada por un alto índice de hipocresía. Pero el director no es Farhadi y no logra sortear algunas convenciones de guion que malogran un acabado que deseábamos hubiese sido más perfecto, en el que todo hubiera encajado con mayor precisión. Pero esto no le resta mérito y la cinta fue galardonada en Sundance con el premio del jurado a la mejor película dramática internacional, además de protagonizar un exitoso paso por el Festival de Berlín de ese mismo 2020.

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