Francia 2022 140 min.
Guion y dirección Olivier Dahan Fotografía Manuel Dacosse Música Olvon Yacob Intérpretes Elsa Zylberstein, Rebecca Marder, Élodie Bouchez, Judith Chemla, Olivier Gourmet, Mathieu Spinosi, Sylvie Testud Estreno en Francia 12 octubre 2022; en España 9 diciembre 2022
Hay películas que solo por lo que cuentan merecen destacarse, se convierten en necesarias si no imprescindibles. La vida de Simone Veil merece conocerse a fondo. Fue dos veces ministra del gobierno de Francia, y la primera mujer presidenta del Parlamento Europeo, gracias en gran parte a su vocación eminentemente europeísta y su clara convicción y confianza en una Europa unida como única forma eficaz de evitar que se volvieran a producir las grandes tragedias que asolaron el continente, supuestamente civilizado, a lo largo del pasado siglo. De todo esto se hace eco el film de Olivier Dahan, que saltó a la fama de la mano de Edith Piaf cuando le construyó el biopic La vida en rosa. Otro biopic le llevó a Hollywood, el de Grace Kelly en la piel de Nicole Kidman. Pero si en éste se centraba en un capítulo muy concreto de la vida de la princesa de Mónaco, en Simone, el viaje del siglo, que es como se titula en francés esta película, abarca prácticamente toda su vida, noventa años condensados en algo menos de dos horas y media, evidenciando un carácter fragmentario y a menudo aislado, lo que malogra parcialmente el retrato que la política y luchadora sin duda merece.
Dahan presta mucha atención a su trágica adolescencia como judía sometida a la crueldad nazi, campo de concentración incluido, germen sin duda de su concienciación posterior y su dirigismo hacia un mundo mejor, más humanizado, justo y equitativo. Pero en este viaje se descuidan sus grandes logros políticos, meramente esbozados, como la aprobación del aborto en 1975, su lucha contra el sida y la marginación social, o su trabajo con inmigrantes, todo lo cual la convierten en un personaje admirable e irrepetible, digno de conocerse y reconocerse, para lo que este trabajo irregular al menos sí funciona.
Dahan juega con el montaje, llevándonos continuamente de una época a otra y cambiando a sus actrices, Rebecca Marder de joven y Elsa Zylberstein hipermaquillada de mayor. Ambas hacen un trabajo digno, si bien el de la segunda queda muy oculto bajo tanta capa de maquillaje. El resto del reparto cumple con considerable solvencia. Sin embargo, tanta música omnipresente y voz en off ayudan poco a dirigir y sobrellevar la función en su justa medida, como sin duda merece. Y es una vez más el horror que suscita la barbarie nazi, que nada impide se vuelva a repetir como podemos observar a nuestro alrededor, que ni se agota ni deja de sorprender. También queda claro que resulta difícil encontrar gente tan entregada, responsable, equilibrada y justa como Madame Veil en el panorama político internacional, y así nos va.
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