miércoles, 28 de diciembre de 2022

PINOCHO DE GUILLERMO DEL TORO Inocencia y mortalidad

Título original: Guillermo del Toro's Pinocchio
USA-México-Francia 2022 117 min.
Dirección
Guillermo del Toro y Mark Gustafson Guion Guillermo del Toro, Patrick McHale y Matthew Robbins, según la novela de Carlo Collodi Fotografía Frank Passingham Música Alexandre Desplat Voces (en versión original) Ewan McGregor, David Bradley, Gregory Mann, Finn Wolfhard, Cate Blanchett, John Turturro, Ron Perlman, Tim Blake Nelson, Burn Gorman, Christolph Waltz, Tilda Swinton Animación Estreno en Estados Unidos 11 noviembre 2022; en España 25 noviembre 2022; en Netflix 9 diciembre 2022

Desde que Disney fijara su atención en este cuento entre siniestro y juguetón del escritor y periodista italiano del siglo XIX Carlo Collodi, son muchas las adaptaciones que se han hecho del mismo, destacando las de Luigi Comencini para televisión en 1971 y la más reciente de Matteo Garrone de hace tres años. El año que estamos a punto de despedir ha conocido dos nuevas, la que Robert Zemeckis realizó a partir del original de Disney de 1940, que le ha reportado muy malas críticas a pesar de contar con el sello indiscutible de su autor y hallazgos visuales realmente atractivos, y este seudomusical con el que se presenta la visión personal del reputado Guillermo del Toro.

No es la primera vez que Pinocho se somete a las reglas del musical; ya en 1996 otra adaptación contó con partitura de Rachel Portman y canciones de Brian May y Stevie Wonder. Ahora es el espléndido Alexandre Desplat quien se encarga de ilustrar con una de sus bellas composiciones y un ramillete de curiosas aunque nada pegadizas canciones esta nueva incursión en el universo paternofilial de Collodi. Del Toro, en una operación similar a la que unió a Tim Burton con Henry Selick en Pesadilla antes de Navidad y La novia cadáver, se alía con el artesano de la animación Mark Gustafson, en el que es su primer largometraje, para dar vida a este personaje con aspecto desaliñado y diseño premeditadamente tosco, dentro de una galería en el que todos los personajes parecen tallados en madera al más puro estilo de las marionetas de antaño. Es cierto que poco o nada aporta este Pinocho a la galería que le precede, si acaso un mayor hincapié en el concepto de mortalidad y en el carácter sumamente inocente del protagonista, que sin duda se hace querer por su ternura y generosidad. Pero en el camino la película muestra una estética depurada, momentos de encantadora belleza, algunos personajes diseñados con irrefutable buen gusto y ese empeño del director en denunciar de paso los regímenes fascistas o directamente reírse de ellos, como ocurría con el franquismo en El laberinto del fauno y Mussolini en esta película ambientada entre las dos guerras mundiales y con ellas como terrible telón de fondo, donde el parque de atracciones que convertía a los niños en burros se ha sustituido por un campamento de adiestramiento para jóvenes que se convierten en combatientes.

Cuesta posicionarse a favor o en contra de esta sin duda innecesaria enésima adaptación del célebre personaje de madera con nariz prominente, pero de lo que no cabe duda es del esmero y el cariño puesto por su director y el equipo técnico y artístico, así como del acabado formal meticuloso y artesano que a través de la técnica del stop motion logra esta película, con la aportación impagable de un reparto de estrellas poniendo las voces en su versión original.

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