Dirección Matteo Garrone Guion Matteo Garrone y Massimo Ceccherini, según el cuento de Carlo Collodi Fotografía Nicolai Brüel Música Dario Marianelli Intérpretes Federico Ielapi, Roberto Benigni, Gigi Proietti, Rocco Papaleo, Massimo Ceccherini, Marine Vacth, Paolo Graziosi, Davide Marotta, Alida Baldari Calabria, Alessio di Domenicantonio, Maria Pia Timo, Massimiliano Gallo, Gianfranco Gallo, Teco Celio, Enzo Vetrano, Nino Scardina, Maurizio Lombardi, Guillaume Delaunay, Ciro Petrone, Marcello Fonte Estreno en Italia 19 diciembre 2019; en España 18 septiembre 2020
Es imposible enumerar la cantidad de adaptaciones que el cuento inmortal de Collodi ha tenido en el cine y la televisión, desde que Walt Disney se fijara en él para su segundo largometraje de dibujos animados en 1940. Una de las más celebradas se emitió por televisión en la década de los setenta, con Gina Lollobrigida como Hada Azul, y entre las más recientes se cuenta una seudomusical de 1996 titulada Pinocho: La leyenda, que tenía a Martin Landau y Genevive Bujould entre sus intérpretes, y otra de 2002 dirigida y protagonizada por Roberto Benigni tras el éxito fulgurante de La vida es bella. Precisamente en esa película el cómico italiano se reservaba el papel protagonista, mientras Matteo Garrone lo rescata ahora para dar vida a Gepetto.
Parece que el director de Gomorra alterne en su filmografía los temas sociales como en Reality y más directamente relacionados con la mafia en su celebrada adaptación del libro de Roberto Saviano y en la excelente Dogman, y las adaptaciones de cuentos infantiles, con la espléndida El cuento de los cuentos y ahora esta enésima versión de las aventuras de la marioneta sin hilos. Pero en el fondo subyace una misma obsesión, retratar las miserias de un mundo proclive al desencuentro y la humillación. Así Garrone, sin traicionar el espíritu de fábula de su referente, comienza su propuesta definiendo el carácter afable y conformista de un Gepetto en la más absoluta de la indigencia, y sometido a la humillación velada de sus vecinos, mientras encuentra en el muñeco de madera que habla y anda una razón para subsistir en su desdichada realidad. A partir de ahí toda la iconografía de personajes que exhibe destaca por su miserable carácter, su egoísmo desmedido y una casi absoluta ausencia de piedad y empatía por el prójimo, lo que convierte en cierto modo esta adaptación quizás en la más siniestra que se haya hecho.
Uno de los aspectos que más llaman la atención en el film de Garrone es que en plena era digital, en la que recrear personajes fantásticos y animales humanizados resulta tan fácil y recurrente, él apuesta, sin abandonar del todo los avances tecnológicos, por una artesanía visual más que evidente, recurriendo al maquillaje y el disfraz como elemento más apreciable a la hora de caracterizar personajes, lo que da como resultado una experiencia notablemente nostálgica y melancólica. Podríamos considerarlo como un regreso a la imaginación más pura y la creatividad más sobresaliente, aunque en el aspecto negativo hemos de reprocharle resultar demasiado episódica, lo que resta unidad al conjunto y capacidad para enganchar y emocionar más allá de su esteticista acabado formal, a la vez que esa relación paternofilial que centra el entramado de su argumento queda algo desdibujada y no llega a conmover lo conveniente.
Entre toda esa iconografía mugrienta y esa fastuosa recreación visual de un ambiente fantástico de fábula, al que el espectador es invitado a sumergirse sin prejuicio alguno, destaca la interpretación contenida de Benigni y la mirada tierna y conmovedora del niño Federico Ielapi, mientras Garrone reserva apariciones estelares para los protagonistas de su dos mayores éxitos, Ciro Petrone (Gomorra) y Marcello Fonte (Dogman).
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