USA 2020 119 min.
Dirección Ric Roman Waugh Guion Chris Sparling Fotografía Dana Gonzales Música David Buckley Intérpretes Gerard Butler, Morena Baccarin, Roger Dale Floyd, Scott Glenn, Hope Davis, David Denman, Randal Gonzalez, Gary Weeks, Scott Poythress, Claire Bronson, Tracey Bonner, Merrin Dungey, Andrew Bachelor, Joshua Mikel, Adam Cronan Estreno 25 septiembre 2020
Ric Roman Waugh y Gerard Butler coinciden de nuevo tras Objetivo: Washington D.C., ahora en una extravagancia apocalíptica con esquema, desarrollo y resolución muy arquetípicas, aunque en su conjunto la fórmula funciona bastante bien. Como si de una combinación entre La guerra de los mundos y Deep Impact se tratara, la cinta recrea la lucha por la supervivencia de un hombre y su familia ante la devastación que provocaría en el planeta la colisión de un cometa y las rocas que le preceden, en lo que es un planteamiento a nivel científico harto improbable, y su influencia en un lamentable comportamiento humano. Para ello fija su atención en la sempiterna familia, en esta ocasión en situación de crisis sentimental y con enfermedad de por medio, un detonante para que las cosas no salgan como debieran y a su vez denunciar la discriminación del menos fuerte en una sociedad fuertemente competitiva, considerando cualquier tipo de llamada de atención como algo anecdótico, dado el contenido puntualmente rancio de la propuesta.
No son más que pequeños hallazgos dentro de un libreto que planeta bien sus situaciones y giros argumentales, pero que a nivel literario ofrece algunos diálogos ciertamente sonrrojantes. Además, como si pretendiera congraciarse con todo tipo de públicos, muestra cierta ambigüedad en su escala de valores, por ejemplo cuando el uso libre de armas se convierte en una tremenda amenaza, a la vez que confiar un fusil a un ser querido se plantea como una señal de protección. Al menos Butler no interpreta al típico héroe de acción, limitando sus heroicidades a gestos de solidaridad y compasión muy saludables en una efectiva escala de valores. Se agradece que el niño protagonista se comporte como tal, salvo por una lamentable sentencia que se podrían haber ahorrado y que da pie también a un final innecesaria y ridículamente dilatado.
Tanto el chico como Butler y Baccarin (Deadpool) hacen un trabajo competente, aportando credibilidad a un conjunto que no la tiene tanto aunque sirva para un entretenimiento efectivo, en el que la tensión y la espectacularidad están garantizadas, agradeciéndose además que se confíe más en el trabajo de figurantes, como en aquellas viejas películas de catástrofes de los setenta, en lugar de tanto preciosismo de efectos visuales de los que ya estamos curados de espanto. Cada cual encontrará por supuesto su particular paralelismo con la pandemia que estamos padeciendo; a algunos nos ha impactado especialmente la secuencia en la que un grupo de jóvenes disfrutan con alcohol y alegría de la situación, ajenos a su gravedad.
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